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Actualizado: 4 de junio de 2025
Hasta confío aún en que la masa del pueblo de la Unión vuelva en sí, retroceda del camino por que quieren lanzarla, se llene de honrados escrúpulos, y vea y note cuanto hay de cobarde, de ruín y alevoso, en querer aprovecharse para humillarnos de nuestra verdadera ó aparente postración y de los disturbios que nos abruman.
En medio de nuestra postración política, y a pesar de la discordancia de opiniones y de intereses que nos amenazan de continuo, turbando el reposo y la serenidad de los espíritus, aunque no lleguen todavía a producir muy serios y deplorables disturbios, buen síntoma es que la actividad intelectual se muestre fecunda en España y no reconcentrada en Madrid, sino difundida por toda la Península.
En verdad que la Audiencia tenía por entonces mucho grave de que ocuparse con los disturbios que promovía en Chile el gobernador Meneses y con la tremenda y vasta conspiración del Inca Bohorques, descubierta en Lima casi al estallar, y que condujo al caudillo y sus tenientes al cadalso.
El antiguo simulacro de justicia, la santa residencia ha desaparecido; principia el caos en la conciencia; el afecto que se demuestra por un Gobernador general, como La Torre, se convierte en crimen en el gobierno del sucesor, y basta para que el ciudadano pierda su libertad y su hogar; si se obedece lo que un jefe manda, como en la reciente cuestión de la entrada de los cadáveres en las iglesias, es suficiente para que después el obediente subdito sea vejado y perseguido por todos los medios posibles; los deberes, los impuestos y las contribuciones aumentan, sin que por eso los derechos, los privilegios y las libertades aumenten ó se aseguren los pocos existentes; un régimen de continuo terror y zozobra agita los ánimos, régimen peor que una era de disturbios, pues los temores que la imaginación crea suelen ser superiores á los de la realidad; el país está pobre; la crisis pecuniaria que atraviesa es grande, y todo el mundo señala con los dedos á las personas que causan el mal, ¡y nadie sin embargo se atreve á poner sobre ellas las manos!
Estos naturales se han manifestado siempre dispuestos á servir á los Españoles y Portugueses, sin jamas tomar parte en los disturbios de entrámbas naciones. Es muy estraño ciertamente que hallándose dispuestos á someterse sin resistencia á las reglas de conducta que se les quiera imponer, permanezcan hasta el presente en el mismo estado que en tiempos anteriores.
A uté no, que e mu feo: a esa señorita tan remonísima que yeva uté a la vera contestó el Serranito. Julita se echó a reír, ruborizada. En torno de la plaza, donde llegaron en seguida, se agitaba la multitud, pugnando por entrar; los coches que allí se juntaban producían disturbios y motines, que los guardias no eran suficientes a reprimir.
La justa previsión de que pudieran ocurrir en aquel renacimiento disturbios y decepciones de gran importancia, hizo que el rey designado se negara a aceptar las responsabilidades que pudieran sobrevenir, y que saliera de París una noche huyendo de su reino y de la felicidad que en él se le prometía.
Sobrevinieron graves disturbios en los reinados de Enrique III y Juan II; y fue sacrificada ya por el uno ya por el otro bando . Siguieron tras aquellos tristes acontecimientos las escandalosas guerras civiles entre Enrique IV y sus hermanos; y se vió destruida y ensangrentada por los mismos habitantes.
A consecuencia de los disturbios, la autoridad militar toma una actitud imponente, declara el estado de sitio, la constitucion se suspende, los revoltosos se amedrentan, y la ciudad recobra la calma.
Instalación de Isidora en su casa de la calle de Hortaleza, no se sabe sin con propios recursos o a expensas del marqués viudo de Saldeoro. Escándalo. Pronuncia D.ª Laura su célebre frase: «Ya veía yo venir esto». Disturbios en Barcelona; cunde la indisciplina militar.
Palabra del Dia
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