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Actualizado: 3 de octubre de 2025
¡Oh, siempre estás con esa tonadilla!... Me parece que te haces la modesta para que te regalen el oído... Demasiado sabemos todos que tú puedes brillar como la primera... Tienes unos ojos como no hay otros... eres esbelta, elegante, distinguida; ¿quiere usted más, mademoiselle Huesitos?... Lo que hay, señorita, es que usted tiene más de aquí que de aquí...
La distinguida dueña de casa llegó a disculparse con excelente mímica, mirando a su marido, como si le dijera: «¿Y estos son los amigos que traes a tu hogar?...» Me disculpé balbuciendo débiles excusas sobre mi rusticidad.
Su padre, hombre de grande influencia en los círculos; su novio, uno de los hombres más ricos; Fernanda, la mujer en boga; Blanca, la criatura más distinguida del salón porteño, ponían aquella noche en conflicto la bolsa de cada uno de los concurrentes. ¡Tiene tal sello inconfundible el regalo oficial en una noche de bodas!
Nacido en 1744, en el seno de una familia distinguida de la villa de Iznájar en el reino de Andalucía, abandonó la carrera del comercio, a que lo destinaban sus padres, para dedicarse al servicio público.
Era un antiguo discípulo de Deusto, que, después de abandonar la Universidad, seguía á las órdenes de los Padres de la Compañía lo mismo que cuando estudiaba en sus aulas. La juventud de Bilbao, que se llamaba á sí misma distinguida, admirábale por su fuerza muscular y el entusiasmo con que sustentaba las sanas ideas de los buenos padres.
Y don José Antonio de Areche, del Consejo de Indias y caballero de la distinguida orden de Carlos III, no tardó en presentarse ante su rey, y disertar con él largo y tendido sobre los atrenzos del real tesoro. Y por consecuencia de la plática entre señor y vasallo, nos cayó como llovido por estos reinos del Perú, en 1777 y con el título de Visitador general, un culebrón de los finos.
Ser artista le colocaba por encima de sus amigos, muchachos sudamericanos sin otra ocupación que gozar de la existencia, derramando el dinero ruidosamente para que todos se enterasen de su prodigalidad. Con serena audacia, se lanzó á pintar cuadros. Amaba la pintura bonita, «distinguida», elegante; una pintura dulzona como una romanza y que sólo copiase las formas de la mujer.
Apareció ante ellos la figura de un niño, cuya cara podía haber sido bonita y aun distinguida a no oscurecerla de por dentro las maldades aprendidas y a no haber impreso en ella su sello la suciedad y el abandono. Su cuerpecito estaba envuelto con una manta, y se conocía que acababa de levantarse de la cama. Entren repitió y no hagan ruido.
Al bajar del yate se cruzaron con un hombre de cara distinguida y que por su aspecto parecía francés. El desconocido se detuvo para dejarlas pasar, saludó y se entró por el tablón al navío. Sin duda lo esperaban allí, porque Marenval, que se estaba paseando por el puente, le salió al encuentro y dándole un vigoroso apretón de manos, le dijo: Por aquí, mi querido magistrado.
Yo, durante mi residencia en esta ciudad, y curioso de conocer á uno de los descendientes del célebre Don Juan, porque quizás me comunicara noticias desconocidas de sus antepasados, averigüé sólo, con sentimiento, que esa familia distinguida había desaparecido hacía ya largo tiempo.
Palabra del Dia
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