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Actualizado: 3 de julio de 2025
Su figura esbelta y distinguida y la hermosura ajada, pero interesante, de su rostro causaron favorable impresión en los circunstantes. Al pasar para ocupar su sitio, no se dignó arrojar una mirada a su antiguo confesor. Estaba más pálida que de ordinario, más ojerosa; pero en su mirada podía observarse una vehemencia y un brillo inusitados.
Ya se paraban a hablar con doña Antonia, la guardarropa, que corría las persianas y regaba sus tiestos; ya se les unía alguna distinguida persona de la vecindad, la señora del secretario del Rey, la hermana del mayordomo segundo, el inspector general con su hija, y paseaban juntos conversando frívolamente.
Por el lado opuesto, por la avenida central, donde estaban establecidos los pabellones de baile, marchaba la gente «distinguida», con parsimonia, como en una procesión, mirando con el rabillo del ojo a los que estaban en las compactas filas de sillas, o deteniéndose un instante para contemplar las parejas que danzaban en los pabellones.
La señorita María Teresa me ha gustado, es distinguida y no se parece, convengo en ello, a todas esas jóvenes alocadas de hoy. La familia es bien honorable; pero vas a tener una decepción: su situación pecuniaria no es tan hermosa como tú imaginabas. ¡Ah! dijo Huberto inquieto ¿hay diferencia grande entre mis cálculos y la realidad?
Conque vedla, ¡sí, vedla! ¡Saludad á la Granadina de Granada bajo cualquiera de las formas en que aparece á nuestros ojos! Ya es la noble, la distinguida, la delicada aristócrata de aquella tierra clásica de lo regio.....
Por el doctor Trevexo, por el primer diplomático argentino. El doctor Trevexo era en este momento objeto de toda mi admiración. ¡Con qué modestia aquel grande hombre, aquel espíritu lógico y concienzudo, que acababa de exponer tanta doctrina luminosa, recibía las aclamaciones unánimes de la distinguida sociedad que sabía aquilatar su talento superior!
Fumaba sin cesar pitillo sobre pitillo y sin cesar también escupía lanzando el chorrito de saliva por el colmillo, como sólo lo había visto hacer hasta entonces a la plebe. No obstante, era de una familia muy distinguida, hijo de un cosechero y exportador de pasas, y se llamaba Daniel Suárez.
Allí estaba su hermano, que solamente con una palabra podía sacarla del apuro; pero no había que pensar en semejante miserable, capaz de dejar perecer a toda su familia antes que desprenderse de una peseta. ¡Qué angustiosa situación! ¡Y que una persona distinguida como ella tuviera que verse en tal aprieto por unas cuantas pesetas, cuando tantos miles había arrojado por la ventana en otros tiempos...!
Pronto concibió por mí un amor de cabeza, vivamente transformado en amor de los sentidos. Al cabo de unas semanas su existencia había cambiado por completo. Ya no recibía á ninguna de las personas á quienes encontré en su casa, y que fueron reemplazadas con increíble facilidad por mis amigos y sus queridas. Aunque distinguida por educación, no tenía el sentido de las distancias sociales.
Bien conservada, ¿eh? Sí; para su edad... ¿Cómo para su edad? No vayas a figurarte que es una vieja... Después, muy distinguida, ¿verdad? Y bajando la voz y acercando la boca al oído del sobrino añadió: ¡Ciento cincuenta mil duros en casas, y acciones del Banco!... ¿He dicho algo Miguel? No necesitó éste tirarle mucho de la lengua para averiguar sus planes.
Palabra del Dia
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