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Actualizado: 3 de julio de 2025


¡Felices ellas! exclamó Petra. Ese es un panegírico bien sentido... En un día de Santa Catalina era obligatorio, repuso Francisca. Y por cierto que han olvidado ustedes el citar a esta pobre santa entre las ilustres solteronas... Tengo una vaga idea de que fue una filósofa distinguida. Y una mártir incomparable añadió la Melanval santiguándose. ¡Buena Santa Catalina!...

Roque de Figueroa, hijo de una familia de Córdoba, distinguida y respetada, recibió una educación literaria y científica correspondiente á su clase, debiendo consagrarse al servicio del Estado con arreglo á la voluntad de sus padres; pero por su afición al teatro abandonó los estudios y se hizo cómico.

Y añadió dirigiéndose a : Si necesita usted absolutamente una princesa, me parece que la Corte de Luis XVI le ofrece una solterona distinguida... ¡Qué aturdida soy! dije con convicción. Es verdad, olvidaba a madama Isabel, la hermana de Luis XVI... , madama Isabel, sin hablar de otras ilustres solteronas.

Entre los emigrados sanjuaninos que se dirigían a Coquimbo, iba un mayor del ejército del general Paz, dotado de esos caracteres originales que desenvuelve la vida argentina. El mayor Navarro, de una familia distinguida de San Juan, de formas diminutas y de cuerpo flexible y endeble, era célebre en el ejército por su temerario arrojo.

Es un primor por su hermosura, discreción, candor y buena crianza. Imposible parece que un tío tan ordinario y tan gordinflón como D. Gregorio, haya tenido una hija tan esbelta, tan distinguida y tan guapa. La tuvo D. Gregorio de su primera mujer.

No es sólo en las clases miserables donde se ceba; más de una familia distinguida tiene la herencia terrible, sin que jamás las pobres criaturas que la componen conozcan los goces del hogar, porque el hombre que quiere formarlo se aleja con horror de su umbral. ¡Qué fuerza de voluntad se necesita para luchar contra el mal!

Vuestra conciencia distinguida se alarmaría aún más si supieseis... ¡pero no me atrevo a decirlo!... ¡que me gustan mucho las cursis! ¡Perdón, señores, perdón! Ahora que he confesado mi indignidad descargando el alma del peso que la abrumaba, aguardo resignado vuestro fallo. Condenadme, si queréis, a perpetuos pantalones anchos.

Sin duda a la aparición en de estos defectos se ha opuesto el orgullo. No he anhelado ni buscado para darme tono el trato y la amistad de personas encumbradas por nacimiento, educación y riqueza. Naturalmente me he encontrado yo y me encuentro tan distinguida como si hubiera nacido en la púrpura y no me hubiera echado al mundo la Pascuala, sabe Dios en qué zahurda.

Para decir verdad, al ver al conde pesado y grosero, noble campesino, más campesino que noble, y a su mujer elegante, distinguida y altanera, no se adivinaba de qué lado estaba la alianza desventajosa ni cuál de los dos se había «encanallado». El señor de Candore no había heredado más que el blasón de sus abuelos y su prodigalidad.

Pero Jacobo, aunque evidentemente impresionado de la extrema belleza de Juana y de su distinguida inteligencia, no había manifestado sino un interés distraído.

Palabra del Dia

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