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Actualizado: 4 de junio de 2025
Terminado el acto, repitió las miradas con gran insistencia, moviendo hacia arriba la cabeza, indicando que quería subir: ella, disimuladamente, extendió el brazo y abrió la mano, moviéndola hacia abajo, lo cual, con toda claridad, significaba: «Espera.» Don Juan puso cara de pariente desheredado.
Un día Paz, ya vestida para salir con su padre, estaba esperándole en el despacho, mientras Pepe, con la puerta de comunicación abierta, escribía en el cuarto de los libros papeletas para el índice. Paz leía un periódico, en pie junto a un balcón; Pepe, aprovechando la ocasión, la miraba disimuladamente, entre plumada y plumada. La muchacha era preciosa.
Corría como un gamo, aunque disimuladamente, para no perderlos de vista. ¡Cómo me saltaba el corazón! Los gritos de los muchachos herían mis oídos con dulzura inefable; las calles se mostraban más animadas que de ordinario; los semblantes de los transeúntes parecían más alegres; el cielo estaba más azul; el sol brillaba con más fuerza.
Al cuarto de hora vio al muchacho que venía aproximándose disimuladamente a la verja, dando puntapiés a un bote de hoja de lata que encontró allí cerca: entonces ella se ocultó tras uno de los pilares de mampostería que había en los ángulos del invernáculo y, cuando el chico se acercó a meter la mano por entre los barrotes de la verja, salió de su escondite, diciendo: Oye, Pateta.
En los labios del viejo Sarto apareció irónica sonrisa. ¡Dios los proteja a los dos! le oí murmurar. ¡Animo, joven! y su mano estrechó disimuladamente la mía. Volví al andén seguido de cerca por Federico de Tarlein y el coronel Sarto, y lo primero que hice fue cerciorarme de que tenía el revólver a mano y de que mi espada salía fácilmente de la vaina.
Esta debe de ser sin dubda de ellas; mas yo te prometo, acabado el mes, no quede en ella, aunque me la den por mía." Sentóme al cabo del poyo y, porque no me tuviese por glotón, callé la merienda; y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y disimuladamente miraba al desventurado señor mío, que no partia sus ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato.
Otra consistía en mostrarse celosos los unos de los otros y en obligar a sus respectivas damas a que declarasen en público sus preferencias. Si uno de ellos, convenidos entre sí anteriormente, regalaba una flor a Joaquinita, el amante de esta exigía que la arrojase al suelo y disimuladamente la pisase.
Raimundo, por disimular, se acercó a una de las mesas de juego: estuvo algunos instantes mirando. Clementina se deslizó disimuladamente por los salones, salió al corredor y se dirigió al despacho del duque, una pieza regia que sólo tenía de respeto, pues siempre trabajaba arriba. Estaba profusamente iluminada, como todas las estancias del piso principal.
Juanito aprovechóse de un momento en que el catedrático miraba á un estudiante que se quitaba disimuladamente las botinas que le venían muy apretadas, y dió un fuerte pisoton á Plácido, diciendo: ¡Sóplame, anda, sóplame! Distingo... ¡Aray! ¡qué bruto eres! gritó sin querer Plácido mirándole con ojos iracundos, mientras se llevaba la mano á sus botinas de charol.
¡A rebencazos te voy a tapar la jeta! le dijo en voz baja Baldomero, como para evitar ser oído por los demás. ¡Cualquier día! respondió el paisano tomando disimuladamente un botellón que tenía delante. ¡Soltá eso!... ¡Si no estuviera con estos señores! repuso Baldomero en voz aún más baja. ¡Cuando quiera, no más!
Palabra del Dia
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