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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Pero, si está usted aún preocupado por ese muchacho, ¿por qué no participa de la creencia de su amigo? ¿Por qué no trata de discutir la culpa del condenado? ¡Ah! Eso es imposible. Nos estrellaríamos contra la evidencia, dijo Sorege con fuerza. Negar los hechos materiales y reconocidos, probar, lo inverosímil, cerrarse á la evidencia, no es empresa para un ser sensato.
Discutir no es creer: la razón agobia al pensamiento, la fe lo dilata. Quédate con tus dudas y déjame con mis consuelos. Para tí, la soberbia humana: para mí, la gracia divina. ¿Y qué es eso? ¿Qué es la gracia? ¿Crees en el progreso moderno? Sí. ¿Sabes fijamente cómo, por qué y con arreglo a qué leyes late, palpita y vuela el fluido eléctrico?
Le era imposible defender su propiedad; no podía discutir con aquel jefe que saqueaba el castillo tranquilamente, ignorando la presencia del dueño. «¡Ladrones! ¡ladrones!» Y volvió á meterse en el pabellón.
¡Ahí verá usted! y el interlocutor entornó los ojos sonriendo maliciosamente. A pesar de todo el peligro que había en hablar de cosas del clero, se iba quizás a discutir gravemente sobre este asunto, cuando una voz aguda y estridente dijo en tono burlón: ¡A menos que el condenado del gitano no sea el mismo Satanás!
Para él, quien llegaba a la silla de Toledo era un hombre perfecto, cuyos actos no se podían discutir, y hacía oídos sordos a las murmuraciones de canónigos y beneficiados, los cuales, fumando un cigarrillo en el cenador de su jardín, hablaban-de las genialidades de aquel señor de Inguanzo, indignado contra el gobierno de Fernando VII porque no era bastante «neto» y por miedo a los extranjeros no osaba restablecer el saludable Tribunal de la Inquisición.
La timidez o falsa humildad endurecía esta, y como la energía interior no encontraba un auxilio en la palabra, porque la sumisión consuetudinaria y la cortedad no le habían permitido educarla para discutir, pasaba tiempo sin que la costra se rompiera. Por fin, lo que no pudieron hacer las palabras, lo hizo un acto.
La importancia de este medicamento en el tratamiento de las fiebres intermitentes es bien conocida. Se necesitaria un volúmen para discutir los trabajos que se han publicado desde medio siglo, por lo menos, hasta los de Mr.
Al amanecer del día siguiente, tuvo Genoveva Sal la ruda sepultura que podía darle Campo Rodrigo; después, cuando su cuerpo hubo sido devuelto al seno del monte, celebrose una reunión formal en el campamento para discutir lo que debería hacerse con su hijo, recayendo el acuerdo unánime y entusiasta de adoptarlo.
El abogado levantó la cabeza; ¿cómo? aquel joven se atrevía á replicarle y á discutir con él, él, ¿el señor Pasta? ¿No estaba todavía aturdido con sus grandes palabras? Joven, hay que dejar esas consideraciones á un lado pues son peligrosas, interrumpió el abogado haciendo un gesto. Lo que yo le digo á usted es que hay que dejar obrar al gobierno.
La estatua de Apolo, que corona la fuente del centro, recibía su postrera caricia; los lejanos palacios del paseo de Recoletos resplandecían en aquel instante como si fuesen de plata. El salón estaba ya lleno de gente. Después de discutir con violencia y de rechazar enérgicamente las proposiciones conciliadoras, Lolita se encerró en un silencio sombrío.
Palabra del Dia
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