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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Me dirigí en el acto a su habitación, por las rendijas de cuya puerta se veía luz.
Acepta, pueblo á quien amo sin haberte visto; acepta este saludo que te envia un hombre humilde, como prenda de eterno cariño y de lealísima gratitud. Verificada la comida, volví á nuestra fonda con mí mujer, la dejé allí ocupada en escribir á su familia, y yo me dirigí inmediatamente al boulevart de los Italianos, en donde está la fonda Bilbaina.
Vi las pipas de vino formando hilera, algunas arañas que corrían por la pared, un par de botellas vacías en el suelo y más allá, en un rincón, el cuerpo de un hombre tendido de espaldas, con los brazos abiertos y una sangrienta herida en el cuello. Me dirigí a él, me arrodillé a su lado y encomendé a Dios el alma de aquel fiel servidor.
Academia viene a ser equivalente de novela corta, y se funda este título en uno de los significados que da nuestro Diccionario a la palabra academia, y que es como sigue: figura desnuda diseñada por el modelo vivo. En una extensa carta literaria que dirigí hará tres o cuatro meses a El Correo de España, en Buenos Aires, discurrí muy por extenso sobre la primera academia del Sr.
Sin embargo, he enriquecido mi experiencia con algunas nociones útiles: así sé, para en adelante, que el follaje del castaño es tan amargo á la boca como al corazón; el rosal no es malo, el tilo es aceitoso y bastante agradable y la lila picante y malsana según creo. Meditando sobre estos descubrimientos me dirigí hacia el convento de Elena.
Después, caminando con grandes precauciones, mirando a todos lados y procurando ir siempre pegado a algún transeúnte, me dirigí a casa de mi novia. Eran cerca de las diez cuando llegé. La ventana estaba ya cerrada, mas al aproximarme a ella se abrió con estrépito y apareció Gloria con semblante hosco. ¡Hijo, me has dao el rato! Creí que ya hasías rabona.
No lejos de mí, hacia la derecha, había un señor que cuatro o cinco veces, durante la lectura, dio un fuerte porrazo con el bastón en el suelo, gritando: ¡Olé! ¡Viva tu mare! El aplauso no era muy oportuno a la sazón, y me escamé un poco. Le dirigí alguna que otra mirada exploradora; pero no vi en su rostro nada que pudiera indicar intención de burlarse.
Lautrec había anunciado que iba a hacer un viaje de unos cuantos años, pero, de repente, ha dejado de hablar de ello, y el otro día me respondió a una pregunta que le dirigí sobre este asunto: Tiempo tengo. Haré ciertamente ese viaje, pero la fecha no es segura, pues depende de circunstancias ajenas a mi voluntad.
En cuanto le digo que me faltan marineros me contesta que los guise á todos con salsa de Gascuña. Me dirigí á los arqueros. ¡Que si quieres! Allá se están las horas muertas jugando á los dados, presididos por el sargento Simón y Reno, y el gigantón cabeza roja que le rompió el brazo al pirata. "Mirad que el Galeón éste se va á hundir de un momento á otro," les digo.
Repentinamente sentí una como ráfaga de melancolía y dirigí la mirada hacia el retrato. Me estremecí al verlo, y noté que mi amigo sufrió idéntica impresión. Nos miramos ambos, y él, poniéndose de pie, dijo en voz muy baja: ¡Está llorando! Yo asentí con la cabeza, y mi compañero con paso quedo, salió de la estancia y cerró la puerta tras sí, cuidadosamente.
Palabra del Dia
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