United States or Greece ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vi las pipas de vino formando hilera, algunas arañas que corrían por la pared, un par de botellas vacías en el suelo y más allá, en un rincón, el cuerpo de un hombre tendido de espaldas, con los brazos abiertos y una sangrienta herida en el cuello. Me dirigí a él, me arrodillé a su lado y encomendé a Dios el alma de aquel fiel servidor.

Le hice confidencias parciales, le encomendé la guardia de la Princesa y mirándole fija y significativamente le ordené que no permitiese a ningún emisario del Duque acercarse a Flavia, como no fuese en su presencia y en la de una docena de nuestros amigos, por lo menos. Quizás no se engañe Vuestra Majestad dijo, moviendo tristemente la encanecida cabeza.

549 Lo apretaba contra el pecho, dominao por el dolor; era su pena mayor el morir allá entre infieles sufriendo dolores crueles entrego su alma al Criador. 550 De rodillas a su lado yo lo encomendé a Jesús. Faltó a mis ojos la luz, tuve un terrible desmayo; cai como herido del rayo cuando lo vi muerto a Cruz.

228 Y como con la justicia no andaba bien por allí, cuanto pataliar lo vi, y el pulpero pegó el grito, ya pa el palenque salí como haciéndome chiquito. 229 Monté y me encomendé a Dios, rumbiando para otro pago, que el gaucho que llaman vago no puede tener querencia, y ansí de estrago en estrago vive llorando la ausencia.

Oíame ya en esto con sosiego, que fue la primera seña de su conversión y pidióme, que se lo dejara pensar un poquito: apreté con que el tiempo era corto y en fin le fuí disponiendo, como Dios me ayudó y su Madre y al cabo de rato, hallándome precisado a dejarle por un corto espacio, declaré el estado en que se hallaba y se lo encomendé al Reverendísimo Padre Maestro Fray Pedro Juan Nicolau Exprovincial de los Vitorios y Calificador del Santo Oficio, a cuyo espíritu había Dios destinado la victoria, haciéndole declarar a poco rato por católico.

266 Pero no aguardaron más y se apiaron en montón; como a perro cimarrón me rodiaron entre tantos; ya me encomendé a los santos, y eché mano a mi facón. 267 Y ya vide el fogonazo de un tiro de garabina, mas quiso la suerte indina de aquel maula, que me errase, y ahi no más lo levantase lo mesmo que una sardina.