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Actualizado: 15 de junio de 2025


Si aquella mujer por él inicuamente... no cabía negarlo, inicuamente seducida y abandonada , encontró después un hombre, un filósofo que, mediante matrimonio, o fuese como fuese, aseguró su porvenir, ¿con qué derecho iba él a turbar su reposo? Si le dijese, que ciertamente se lo diría: «yo no tengo la culpa», ¿qué contestaría? Además, ¿qué iba a solicitar? ¿Amor platónico? ¡Absurdo!

Estaba enterando a mi amigo de los secretos de la casa y descubriéndole el carácter y las mañas de cada una de ustedes. Se hallaba usted sobre el tapete. Le diría usted alguna sandez, como si lo viera. Muchas gracias; le estaba diciendo ahora mismo que sentía en el alma no poder corresponder al amor de usted. Si usted hubiera llegado antes...

Por último, como estaba molido de tanto andar, velar y rabiar, y sentía en lo exterior el calor del sol y en lo interior el calor del lomo y de la rosquilla, a pesar de su enorme pesadumbre, fue vencido por el sueño y se confortó durmiendo profundamente la siesta, durante la cual sus desventuras y sus penas se diría que se habían sumergido en aquel arroyo como si fuese el Leteo.

Esa lengua tan palpitante y tan densa, que tan diversos matices adquiere, ya el de brusquedad estúpida y semisalvaje en Muergo, ya el de dulcísima elegía amatoria en labios de Cleto, ya el de patriarcal ternura en boca del tío Mechelín y de su mujer, ya el de reconcentrada soberbia femenina en Silda, especie de diana selvática y feroz de un barrio de pesca, presenta tales variedades y se mueve con tal libertad en ondulaciones tan diversas, que nadie diría que por primera vez viene ahora el arte, y que ninguno ha precedido a Pereda en trabajarla y domeñarla.

Se puso coloradona como un tomate maduro, y al fin llegó a declararme, en medias palabras y entre oscilaciones de sus caderas y manoseos del delantal, que «por su parte no diría propiamente que no... cuando juere ocasión de eyu... si su madre...». Llamé a Facia enseguida, vino, y sometí el negocio a su consideración.

Era como una ceguera y sordera moral, casi física. La culebra que se le había enroscado dentro, desde el pecho al cerebro, le comía todos los pensamientos y las sensaciones todas, y casi le estorbaba la vida exterior. Quería llorar; ¿pero qué diría la familia al verla hecha un mar de lágrimas?

Me comprende bien. ¿Qué clase de sentimiento es este que se va formando entre nosotros? Una muy delicada amistad, tal vez... Su voz parece que tuviera un alma". "25 de marzo. "Se diría que Julio Lagos no es feliz. Idealista, demasiado idealista. Se queda encantado cuando yo le cuento alguna intimidad mía. Alguna intimidad disfrazada, naturalmente.

Me acordé de que en sus famosas saturnales los romanos trocaban los papeles y que los esclavos podían decir la verdad a sus amos. Costumbre humilde, digna del cristianismo. Miré a mi criado y dije para : esta noche me dirás la verdad. Saqué de mi gaveta unas monedas: tenían el busto de los monarcas de España. Cualquiera diría que eran retratos; sin embargo eran artículos de periódico.

Ahora me arrepiento, porque no me atrevo a confiar esto a papá, y además hay veces, como ahora, en que me parece inútil escribir estas cosas: no siempre las cosas que se piensan necesitan ser escritas; y otras, no escribirlas o no lo puedo... ¿Por qué habrá ciertas cosas que no se pueden escribir, ni siquiera decir? ¡Pero si yo tuviera una hermana! ¡A ella se lo diría todo, estoy segura!...»

Sus diálogos se diría que fueron tomados por el fonógrafo, si el fonógrafo tuviese la rara habilidad de desechar lo pesado y lo impertinente y de conservar sólo con sobriedad envidiable lo que no cansa, lo que retrata los caracteres y lo que conduce y contribuye al final desenlace.

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