Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de julio de 2025


Hablaba Diógenes pálido y agitado, con el tono iracundo que solía usar cuando hablaba de veras, y levantándose de repente de la mesa, entróse por un cobertizo que iba a parar en las cuadras; viéronle, a poco, salir lívido más bien que pálido y dejarse caer como sin fuerzas en un banco de hierro que bajo los arcos estaba: con grandes ansias y sudores había arrojado en un rincón de la cuadra lo poco que había comido.

¿Qué tienes, hombre?... ¿Qué ha de tener? dijo Carmen Tagle . Lo que tienen las cepas: oidium... Diógenes soltó una atrocidad, acompañada de la interjección favorita que solía emplear entre señoras, sustituyendo a otras más enérgicas: ¡Polaina!... Había merendado aquella tarde en San Antonio una ensalada de pepinos y se le habían indigestado algún tanto.

La marquesa pidió un crucifijo, y poniéndoselo delante, díjole que hiciera ante él examen de conciencia, en tanto que llegaba el padre; tomólo Diógenes con ambas manos y besólo devotamente, mas dejólo caer a poco sobre la colcha, llorando desconsolado. ¡Si no , María!... ¡Si no me acuerdo!... No te apures, hombre, yo te enseñaré en un momento...

La marquesa, conmovida hasta lo sumo, pareció tener entonces una inspiración repentina: desprendió sus manos de las de Diógenes, que se las sujetaba fuertemente, y dijo: Espera un poco... Voy a traértela...

Contúvose, sin embargo, porque sabía cuán terribles eran las embestidas de Diógenes, y con forzada sonrisa contestó: Mira, Diógenes, la borrachera de ayer te dura todavía... ¿En qué cabeza cabe sino en la tuya, de bala rasa, que fuera yo a venderme a mi mujer por un puñado de duros?...

Y púsose con gran cariño a explicarle el modo de hacer examen de conciencia, escuchándola Diógenes atentamente, mirando a veces el crucifijo. Cuando la marquesa cesó de hablar, díjola él con sencillez de niño: Se me va a escapar algo... Lo mejor será que te lo diga a ti todo..., y se lo dices luego al padre..., y entre los dos ven si falta algo...

Era tan corto de vista... Inquieto, sin embargo, se levantó y fué a hablar con míster Robert, procurando dar la espalda; ambos se enredaron en una discusión política de tono muy subido. Si aquí no hay opinión, ni energía, ni principios, ni nada, ni quien se levante y se ponga en frente del gobierno. Nos hace falta un hombre, como a Diógenes, míster Robert.

Cruzó entonces con el fondista algunas palabras en vascuence, que escuchaba Diógenes mirando a uno y otro lleno de inquietud, y de repente, sin paliativos ni preámbulos, díjole con rudeza campesina que la muerte se aproximaba sin remedio y érale necesario aprovechar aquellos momentos lúcidos que el mal le concedía, para arreglar sus negocios con los hombres y saldar sus cuentas con Dios.

Pasó, sin embargo, la crisis, y ya cerca de las doce abrió Diógenes los ojos, y vio delante de al fondista, un hombre gordo, alto, completamente afeitado, sin corbata, calada la boina, y el chaquetón largo, tipo característico del guipuzcoano de pueblo acomodado.

Diógenes lanzó tal sollozo, que pareció romperse su pecho, como si le estallara el corazón dentro; crujió la cama a los violentos impulsos de su cuerpo, y agitando los brazos en alto, balbuceaba con la lengua cada vez más torpe: ¡Quiero!... ¡Quiero!... ¡Quiero confesar!... ¡María..., María!... ¿Oyes lo que dice la niña?... ¡Quiero confesar!... ¿Pero con quién..., con quién?... ¿Quién me confiesa a , Dios mío?... ¿Dónde hay espuerta tan sucia que reciba mis pecados?... ¡Soy un infame, un perverso!... ¡Me pesa, Dios mío, me pesa!...

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando