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Actualizado: 13 de julio de 2025
Jacobo levantó a la altura de las narices de Diógenes su exiguo equipaje, diciendo como Simónides: Omnes divitiae sunt mecum! ¡Honrado plenipotenciario! exclamó Diógenes . Quien no te conozca que te compre: ya habrás dejado el botín en la estación, farsante... ¿De dónde vienes ahora? De Génova... Y tú ¿qué haces aquí?
El correo de aquella mañana había traído a las dos señoras noticias importantes: la de Villasis había recibido la carta de Diógenes, y otra larga y detallada del padre Cifuentes.
¡Sí que me acuerdo! repetía Diógenes con grande ahínco . Usted fue muy bueno para mí, y me quería, ¡oh, sí!, me quería mucho..., y me enseñó a rezar el Bendita sea tu pureza, y luego las tres Ave Marías... que decía usted alcanzaban de la Virgen misericordia...
Azoróse el tío Frasquito al oír la voz de Diógenes, y temiendo algunos de sus amagos de intempestivo cariño, fuese escurriendo con disimulo, soltando casi a media voz su última noticia. Anunciaba también el telégrafo que don Carlos había entrado en España por Zugarramurdi, y que aprovechando sus parciales aquella confusión, aprestábanse a hacer un supremo esfuerzo para apoderarse de la corte.
¡Majadero! exclamó Diógenes Si le dije que era la derecha... La derecha es la de corcho.
Ya tienen ejemplar dijo don Cleofás en don Pascual, ese que llamaron todos loco, y yo, Diógenes de la ropa vieja, que andaba cubierta la cabeza con la capa, sin sombrero, en traje de profeta, por esas calles. Mudáranle el nombre, a mi parecer prosiguió el Cojuelo , por no tener en su lugar regidor Pascual, como cirio de los regidores.
Aquello merecía ser visto, y Diógenes, que lo vio una vez, manifestó en el Veloz-Club, ya muy entrada la noche, lo que le habían parecido las parejas de operarios y lo que le había recordado su directora y maestra...
Quedóse Jacobo estupefacto al oír tales noticias, y cogiendo a Diógenes por un brazo, exclamó muy inmutado, como si aquella inesperada catástrofe política tuviera para él gran importancia: ¿Pero qué estás diciendo?... ¡Eso es imposible! ¡Polaina!... Ven acá y te lo dirá quien lo sabe.
Ocurriría con el hombre de ahora lo propio que, después de la aparición del tal hombre, ha ocurrido con el antropisco, de quien no se encuentran ya ni señales ni rastros, aunque los busquemos con un candil o con la linterna de Diógenes. Más compasivo el Sr.
¡Me alegro! exclamó Diógenes . A esa trompetita estoy yo aguardando... ¡Qué cosas han de saberse cuando diga el ángel: cada peso duro con su dueño, y cada hijo con su padre!...
Palabra del Dia
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