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La ejemplar conducta de Beatriz en la situación penosa y delicada que la desventura le había aparejado, tocaron el corazón del marqués en su más noble sitio, porque esta joven probada y purificada por la adversa suerte, esta joven seria, bella, casta, realizaba el ideal que él se había forjado de la mujer para llenar su hogar, para ser honor y encanto de su privado techo.

Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo, y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo. Cuán ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura procurando en vano hallar tregua a la honda desventura de la muerte de Leonora, la radiante, la sin par virgen pura a quien Leonora las querubes llaman hora ya sin nombre... ¡nunca más!

Digo, pues, que me torné a emboscar, y a buscar donde sin impedimento alguno pudiese con suspiros y lágrimas rogar al cielo se duela de mi desventura y me industria y favor para salir della, o para dejar la vida entre estas soledades, sin que quede memoria desta triste, que tan sin culpa suya habrá dado materia para que de ella se hable y murmure en la suya y en las ajenas tierras

En cuanto al español, quince días más tarde salía del hospital completamente restablecido, y después de repartir en limosnas las peluconas, causa de la desventura de don Gil, tomó el hábito de lego en el convento de los padres descalzos, y personas respetables que lo conocieron y trataron nos afirman que alcanzó a morir en olor de santidad, allá por los años de 1812.

Habla. Todo es mejor que la ansiedad, que la duda en que me tienes. Mi mal no será más horrible, mi desventura no será más honda en realidad que lo que me finge ya la fantasía. Habla. ¿Dónde está mi marido? ¿Qué hiciste de él? ¿Por qué no viene en tu compañía? Tu marido no ha ido al lugar. Mal puede venir conmigo. Tu marido no ha salido de Madrid. Aquí está. Aquí vengo a buscarle. Es imposible.

La infeliz madre no creía tanta desventura; pero el lindísimo rostro de Celinina se fué poniendo amarillo y diáfano como cera; enfriáronse sus miembros, y quedó rígida y dura como el cuerpo de una muñeca. Entonces llevaron fuera de la alcoba á la madre, al padre y á los más inmediatos parientes, y dos ó tres amigas y las criadas se ocuparon en cumplir el último deber con la pobre niña muerta.

Tarde de arrepentidos dais la muestra, Poco vuestra amistad me satisface, De nuevo ejercitad la fuerte diestra, Que quiero ver lo que la mia hace, Ya que ha puesto en ella la ventura La gloria mia, y vuestra desventura: A desverguenza de tan largos años Es poca recompensa pedir paces: Seguid la guerra, renovad los daños, Salgan de nuevo las valientes haces.

Pero la desventura infunde valor; recobró algún ánimo y se dispuso á seguir preguntando, cuando vió llegar á una mujer andrajosa que traía un niño de la mano y otro en brazos. A Clara le pareció que aquella mujer debía ser persona muy generosa y compasiva, y que le había de responder á su pregunta.

Es cierto de notar su gran ventura Con ser un débil ser tan imperfecto: Cuanto hoy tiene criado la natura, Las mugeres lo tienen muy sujeto. Decid, no es de llorar tal desventura, Que rindan las mugeres al perfecto, Al sábio, al necio, al pobre y al que es rico, Al Rey, y caballero y pastorcico.

No faltaban allí, sin embargo, estas, y era la más notable el retrato de un caballero, tipo de arrogancia y varonil hermosura, pintado por Van Dyck en Inglaterra, al mismo tiempo que aquel otro famoso de Carlos I, imagen admirable en que se refleja, junto al orgullo del monarca, una especie de adivinación de su trágica desventura.