Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de mayo de 2025
Las telas deslumbrantes que derramaban un perfume delicado, los encajes costosísimos y los mil primores de todas suertes que iban saliendo de los baúles, despertaban en Matilde la sensualidad y concupiscencia de su naturaleza aldeana. ¡Cómo se hubiera reído de quien le dijese que su hermana, la opulenta condesa de Trevia, era más desgraciada que ella!
La columna del comandante Rafael del Castillo, se encontraba acampada en el pequeño pueblecito de El Palmar, lugar pintoresco situado al pie de las estribaciones de las lomas de "Los Ciegos". Al amanecer, las alegres notas de la diana despertaban á todos aquellos bravos soldados de su sueño, y de sus pequeñas tiendas de campaña iban saliendo todos ya con sus equipos preparados y sus armas en la diestra.
Fatigado por su trabajo de la mañana, mecido por el rodar del carruaje, se abandonaba a una soñolienta contemplación en que las imágenes percibidas despertaban en su espíritu vagos recuerdos.
En esta ocasión los dichos que sobre aquella joven corrían, su fama de caprichosa, estrambótica, despertaban en él cierto sentimiento de hostilidad que se tradujo en una reprensión tan dulce en la forma como severa en el fondo cuando la joven le dijo que no había tenido motivo para variar de confesor.
Podía contar á docenas sus amigos muertos; unos, en montón, á tiros de revólver, en el fondo de una mazmorra; otros, fusilados. Varios habían perecido de hambre, como morían años antes los de abajo, que ahora tomaban su desquite. Todos estos horrores despertaban su egoísmo, haciéndole encontrar nuevos encantos á su situación. El mundo había caído en una demencia sanguinaria.
Lo que hasta entonces le movió fue el apetito amoroso que juntamente despertaban en su ánimo la belleza de Cristeta, la envidia de su legítimo poseedor y la vanidad herida; pero a consecuencia del almuerzo con don Quintín, todo cambió.
Su charla bulliciosa, sus frescas carcajadas despertaban a los vecinos que aún yacían entre las sábanas, les hacían sonreir beatamente trayéndoles al recuerdo otros días de San Antonio cuando la juventud chispeaba también en sus ojos y en la copa de la vida aún no había caído ninguna gota de hiel. ¡Quién no recordaría en Sarrió alguno de aquellos viajes a la ermita en una mañana límpida y suave, con las piernas ligeras y el corazón mecido dulcemente en la esperanza de ver pronto al dueño adorado y pasar el día cerca de él!
Dormía, y cuando le despertaban miraba a todos con ojos vagos, volviendo a cerrarlos inmediatamente. ¿De veras que no se acordaba el señor?... Ya le preguntarían otra vez, cuando estuviese restablecido.
Muchas noches despertaban las niñas en sus camas oyendo al otro extremo de la casa el rasgueo de las guitarras, los lamentos del cante hondo, el taconeo del baile; y veían pasar por las ventanas iluminadas, al otro lado del patio, grande como una plaza de armas, los hombres en mangas de camisa con la botella en una mano y la batea de cañas en la otra, y las mujeres con el peinado alborotado y las flores desmayadas y temblonas sobre una oreja, corriendo con incitante contoneo para evadir la persecución de los señores o tremolando sus pañolones de Manila como si quisieran torearles.
Aquel cementerio de novela, con sus grupos de rectos cipreses, sus columnatas orientales y sus parterres de rosas, despertaban en el joven una dulce melancolía, haciendo revivir en su memoria la imagen de la buena dama.
Palabra del Dia
Otros Mirando