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La mayor parta de los días se reducían a pasar después de comer por delante de la casa del rico comerciante, para ir al casino. Cecilia solía estar cosiendo detrás de los cristales. Mano al sombrero; sonrisa; adelante; luego el billar, y hasta otro día. Don Melchor le encargó otras dos veces recados para don Rosendo, pero tuvo la buena suerte de hallarle siempre en el despacho.

Cuando llegaba a las ocho de la mañana al escritorio, ya traía hecha la tarea de cualquier hombre en todo el día. A las doce de la noche aún se le podía ver muchas veces con la pluma en la mano en su despacho.

A misa llama la campana de la capilla, el Director administrativo sale de su despacho a inspeccionar los servicios, y las hermanas de la Caridad, alma y sostén del asilo por estar encargadas de su régimen doméstico, van y vienen con actividad de madres de familia.

Después abandonó aquella habitación, demasiado inmediata al despacho, para que los dos hombres pudieran hablar libremente. Cuando hubieron tomado el primer mate, Rojas ofició un cigarro á Moreno para que «pitase», y encendiendo el suyo se preparó á escuchar. ¿Qué le trae por estos pagos, tinterillo?... Porque usted no es hombre de á caballo, y cuando echa una galopada debe ser por algo.

Lo adivino, lo infiero de tu ademán, lo veo con evidencia; ahora me desprecias más que antes, y tienes razón en despreciarme. No hay honra, ni virtud, ni vergüenza en . Al decir esto, Pepita hincó en tierra ambas rodillas y se inclinó luego hasta tocar con la frente el suelo del despacho. D. Luis siguió en la misma postura que antes tenía.

Componían la escuadra cinco buques, tripulados por 400 hombres, que salieron del puerto de Natividad el día 21 de Noviembre de 1564. Después de tocar en Samar y Leyte despachó Legazpi una embarcación á fin de que buscase víveres en Butuam, regresando á los quince días con provisiones y la noticia de que los naturales recibirían bien á los españoles.

Más de dos páginas había llenado, cuando alguien dió con el bastón fuertes golpes en la puerta del despacho y una voz conmovió á todo el personal, habituado á la calma casi monástica de aquella oficina. A ver, ¿dónde está ese ingenierete?...

Juan de la Duela... Llegados felizmente al puerto de Navidad, en la Española, despachó el Almirante para volver á Castilla 12 de las naves al mando de Antonio de Torres, hermano de la nodriza del príncipe D. Juan, con el piloto mayor Pero Alonso Niño, y quedóse con las otras cinco embarcaciones para atender á las necesidades que ocurrieran.

De allí a dos días, mientras Helena y doña Flora fueron a pasar la tarde en casa de unos parientes, don Gaspar recibía en su despacho a un hombre que, llamado por él de antemano, acudió puntualmente a la cita. Era uno de los de al lado, de aquellos que con nombre y calidad extranjera, adquirieron la fábrica donde al caer la tarde se entonaban cánticos tristes en una lengua muerta.

Las primeras escenas del acto segundo nos muestran al Rey, ocupado en el despacho de los asuntos de su reino, y administrando justicia. Rodrigo se presenta para pedírsela, pero se queda sorprendido y como anonadado, al conocer que es el Rey en persona el mismo, á quien había considerado como un individuo de su séquito.