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Actualizado: 18 de junio de 2025


Buen testigo Que no puede el enemigo Hacer que el color me mude. Desmayo dulce me acaba, Siento aflojarse las fuerzas. JARIFA. ¡Esposo! ABIND. Si no me esfuerzas, Para espirar casi estaba. Cobre aliento el alma mía En tus brazos, dulce esposa.

Al fin, inflexible el alcalde de casa y corte á las súplicas y á las declamaciones, Montiño fué, ó mejor dicho, fué llevado por los alguaciles á la cárcel, donde le arrojaron en un calabozo en que había otros presos. Cuando Montiño oyó crujir las cadenas y rechinar los cerrojos de la puerta, se desmayó.

Cuando este salía del segundo desmayo, que fue más profundo y grave que el primero, vio entrar en la alcoba, anunciándose antes con rechinar de espuelas y resoplidos de cansancio, un figurón inverosímil y que en otras circunstancias habría traído al moribundo, en vez de consuelo, una agonía mayor que la de la misma muerte.

Con el desmayo que Luscinda había tenido, así como la dejó don Fernando, iba a caer en el suelo; mas, hallándose Cardenio allí junto, que a las espaldas de don Fernando se había puesto porque no le conociese, prosupuesto todo temor y aventurando a todo riesgo, acudió a sostener a Luscinda, y, cogiéndola entre sus brazos, le dijo: -Si el piadoso cielo gusta y quiere que ya tengas algún descanso, leal, firme y hermosa señora mía, en ninguna parte creo yo que le tendrás más seguro que en estos brazos que ahora te reciben, y otro tiempo te recibieron, cuando la fortuna quiso que pudiese llamarte mía.

La menor de estas razones destrozaban los más íntimos secretos del blando pecho de la infeliz María: derramaba lágrimas, y caminaba, lloraba y corría hacia el puente, asustada siempre por la fuga al Africa, y por el horror de la apostasía. No me huyas la repetía , no me huyas, y dame tu brazo para sostenerme, pues de cansado me desmayo, y no acierto a dar un paso.

Otra herencia que caía sobre Ferragut... Su tío se había lanzado á nadar en una mañana asoleada de invierno, y no había vuelto. Los viejos de la costa explicaban á su modo el accidente: un desmayo, un choque con las rocas. El Dotor era aún vigoroso, pero los años no pasan sin dejar huella.

Pero el otro, sin desconcertarse, sin dejar de acariciarlo con los ojos, contestó con suave desmayo: No seas ordinario; no digas esas cosas... Llámame alma iniciada. Huyó Maltrana de tales... almas, no volviendo más a la cervecería. Cansado de tertulias estériles y acosado por la necesidad, tuvo que pensar en la conquista del pan. Nada le restaba de la herencia de su protectora.

Otra mujer, culpada o no culpada, hubiera fingido un desmayo, se hubiera desmayado de veras o hubiera hecho extremos con sollozos, con gemidos y aun con gritos tal vez. Beatriz, leída la carta, conocido ya todo el infortunio de su marido y el suyo, si es que a su marido estimaba, contuvo toda explosión vehemente de dolor, y dijo a Paco de esta manera: Reconozco mi delito.

Si creéis esta verdad, no admitirá ningún desmayo mi esperanza; pero si no me creéis, siempre me tendrá temeroso vuestra duda.

Ramiro recordaba que su madre, no habiendo visto nunca una cacería, se desmayó; y parecíale ahora que aquel cazador misterioso no era otro que el personaje que acababa de ofrecerle, en el figón, su vaso de acero y de oro purpúreo. ¿A qué pensar en esto? se dijo por último. Lo que importa es que estos perros sospechan y buscan el modo de librarse de . ¡Un amorío!

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