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Actualizado: 8 de junio de 2025
Y en alta voz, viendo al desgraciado Ido llegar otra vez hasta la puerta de la alcoba y mirar hacia dentro con los ojos de estúpido: «Señor D. José, serénese, y aprenda a ver la vida como es... Es tontería creer que las cosas son como nos las imaginamos y no como a ellas les da la gana de ser. Al amor no se le dictan leyes.
Aunque se defendiese contra ella, el P. Gil no podía menos de sentir cada día más afición a este desgraciado. Una mañana departían los dos en el gabinete de la torre que servía de despacho y biblioteca. D. Álvaro había pasado toda la noche tosiendo. Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerró los ojos y se quedó traspuesto en la butaca.
¿Qué decir a aquel desgraciado que me contaba cómo, a media noche y con la mula casi en hombros, pues ni aún cabestrear quería, había llegado a Bodegas? La vista de mi maleta, abierta por mi descuido y de la que no faltaba ni un papel ni un peso, me predispuso, por otra parte, a la clemencia. Sólo a la tarde llegaron la familia Tanco y los señores Cuervo.
Si no la virtud y el respeto á su estado, aquel amor desgraciado le salvó de los abismos en que caen los curas regulares y seglares en Filipinas. Dedicóse á sus feligreses por deber, y por aficion, á las ciencias naturales.
No es sopa lo que te pido; lo que te pido es tu hija..., la más hermosa de mis Estados... Dámela voluntariamente y te elevo a las gradas de mi trono; de lo contrario, mis ejércitos te la arrebatarán por la fuerza y no tendrás el mérito de habérmela dado. Y al hablar así, el desgraciado miraba a Luisa con profunda admiración.
Por mi parte le interrumpió Ricardo no he contraído con nadie la obligación de divertirles y si mi carácter es así la culpa no es mía. ¡Tuya, y nada más que tuya! Por lo mismo que como Lorenzo has tenido en tu casa cuanto has querido, el día en que alguien te negó algo te sentiste desgraciado. Tú eres víctima de tu propia felicidad, Ricardo. ¡Vuélvete a ella!
No hallé respuesta alguna á esta comunicación inesperada: ignoraba absolutamente quién pudiese ser el señor de Beauchêne, y no tomándose la señorita Margarita la molestia de decírmelo, me limité á atestiguar, por una débil exclamación de pésame, la parte que tomaba en este desgraciado suceso.
La fisonomía franca del desgraciado niño le agradó, e hizo promesa de dar a Juan Durand la misma protección que él había recibido de su antiguo patrón.
Piensa que he sido muy desgraciado, y que padezco de murrias y fastidios. Tienes razón: la vida es amable, amabilísima, a pesar de que el dolor, inherente a la naturaleza humana, nos persigue por todas partes y a todas horas. Tienes razón: cuando el hombre ama y es amado la vida es amable.
Viendo que, efectivamente, Cervantes era ya casi un cadáver, don Quijote exclamó: Tienes razón, que te sobra, Sancho amigo. ¡Oh desgraciado de mí!
Palabra del Dia
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