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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Márchese a su Londres, estese allí quietecito, muy quietecito, y si se le presenta una inglesa fresca y de buen genio, cásese, apechugue con ella, aunque sea protestante... ¡Ay, Dios!, que no me oiga Guillermina; , cásese, y verá cómo se le pasan todas las murrias, tendrá niños... Me comprometo a ser madrina del primero... digo, si es que le bautizan.

Cuando llegó la hora de almorzar, tenía ya muy buen apetito, y el comadrón y su esposa estuvieron muy amables con él, diciéndole que le agradecerían fuese todos los días, si tenía gusto en ello. Ya Quevedo no era celoso, y desde que su esposa se había redondeado hasta hacer la competencia a los quesos de Flandes, se curó el buen señor de sus murrias y no volvió a hacer el Otelo.

Fue ella a buscarle a la botica a la hora concertada, y no le encontró. «Ha ido a cortarse el pelo le dijo Ballester, ofreciéndole una silla . Con las murrias de estos últimos tiempos, el pobre chico no caía en la cuenta de que se iba pareciendo a los poetas melenudos... Le he mandado que se trasquilase esta misma tarde.

Mas si por acaso fueses de esos críticos zahoríes que adivinan o presumen de adivinar las intenciones y propósitos de un autor, para que el mejor día no salgas diciendo que quise decir esto o aquello, declaróte que tengo en aborrecimiento las novelas tendenciosas, y que con esta novelita, si tal nombro merecen estas páginas, sólo aspiro a divertir tus fastidios y alegrar tus murrias.

Es asunto mío me dijo, tapándome la boca con una mano, fría como piedra sepulcral , y resuelvo sobre él lo que me da la gana. Además, estoy entrando en vena de hablar, y necesito hablar yo solo y sin que nadie me corte la palabra... ¡trastajo!, hasta para sacar los atrasos de estos días de murrias negras.

No pudo Almudena resistir a la enérgica sugestión de la dama, y poco a poco se fue curando de aquellas murrias, y del delirio místico y penitencial que le desconcertó días antes. Convinieron, tras empeñada discusión, en trasladar su punto de San Sebastián a San Andrés, porque Almudena conocía en esta parroquia a un señor clérigo muy bondadoso, que en otra ocasión le había protegido.

Piensa que he sido muy desgraciado, y que padezco de murrias y fastidios. Tienes razón: la vida es amable, amabilísima, a pesar de que el dolor, inherente a la naturaleza humana, nos persigue por todas partes y a todas horas. Tienes razón: cuando el hombre ama y es amado la vida es amable.

Palabra del Dia

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