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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Pero sus ojos zahoríes de enamorado creyeron percibir al cabo en torno de los de la bella un leve círculo rojo que no era producido por la incómoda postura en que dormía. «Soledad ha llorado hoy» se dijo con emoción.
Pero ¡ay! no lo guardaron los fementidos abrigos, que al llegar muy empaquetaditos de la silla de posta, y al ofrecerse a las miradas ansiosas y zahoríes de sus cuatro dueños, lo pregonaron muy alto, por lo pobre de la ornamentación y lo chapucero del cosido. Estos abrigos no están hechos en Madrid dijo resueltamente Micaela, que era la más nerviosa de las cuatro. ¡Hija, no desbarres, por Dios!
Antes que la moderna civilización en forma de locomotora asomara las narices á la puerta de esta capital; cuando el alípedo genio de la plaza, acostumbrado á vivir, como la péndola de un reló, entre dos puntos fijos, perdía el tino sacándole de una carreta de bueyes ó de la bodega de un buque mercante; cuando su enlace con las artes y la industria le parecía una utopía, y un sueño el poder que algunos le atribuían de llevar la vida, el movimiento y la riqueza á un páramo desierto y miserable; cuando, desconociendo los tesoros que germinaban bajo su estéril caduceo, los cotizaba con dinero encima, sin reparar que sutiles zahories los atisbaban desde extrañas naciones, y que más tarde los habían de explotar con tan pingüe resultado, que con sus residuos había de enriquecerse él; cuando miraba con incrédula sonrisa arrojar pedruscos al fondo de la bahía; cuando, en fin, la aglomeración de estos pedruscos aún no había llegado á la superficie, ni él advertido que se trataba de improvisar un pueblo grande, bello y rico, el Muelle de las Naos, ó como decía y sigue diciendo el vulgo, el Muelle Anaos, era una región de la que se hablaba en el centro de Santander como de Fernando Póo ó del Cabo de Hornos.
Nada se puede ocultar, sobre todo en lo que toca a las relaciones de sexo a sexo, a los ojos zahoríes de las comadres de un pueblo de escaso vecindario. Y no sólo se conoció, pero hasta se daba como cierto el matrimonio en plazo más o menos lejano. Pasaban los meses, no obstante, y aquello no avanzaba un paso. Los testimonios que Gonzalo daba de su afición seguían siendo los mismos.
Estos tesoros estaban, o se suponía que estaban, tan hábilmente escondidos, que era menester un don sobrenatural para descubrirlos. De aquí se originó la idea de los zahoríes, que descubrían los tesoros.
Mas si por acaso fueses de esos críticos zahoríes que adivinan o presumen de adivinar las intenciones y propósitos de un autor, para que el mejor día no salgas diciendo que quise decir esto o aquello, declaróte que tengo en aborrecimiento las novelas tendenciosas, y que con esta novelita, si tal nombro merecen estas páginas, sólo aspiro a divertir tus fastidios y alegrar tus murrias.
El amor propio, no obstante, es ingeniosísimo, estando casi siempre su ingenio en razón inversa del ingenio de las personas; por donde D. Casimiro imaginó pronto que en su alma había de haber tan escondidos tesoros de bondad y de belleza, y que en sus modales y porte habían de transcender tal distinción hidalga y tal elegancia ingénita, que, descubierto todo por los ojos zahoríes de Doña Blanca, bastó y sobró para que ella ansiase tener á D. Casimiro por yerno.
La ciencia de los zahoríes, perdiendo hoy su carácter poético y sobrehumano, ha llegado a trasformarse en la Estadística, disciplina auxiliar de la Economía Política, con respecto a la cual, viene a ser lo que es la Anatomía con respecto a la Fisiología.
Palabra del Dia
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