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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Hijo desdichado, hijo á quien el cielo no dió conciencia, sino para hacerte probar el placer tremendo de desgarrarla, como no dió organismo á la lombriz sino para hacerla probar el placer asqueroso de revolcarse dentro del cieno; hijo desdichado, ven acá y oye á un hombre que no tiene el genio de Alejandro Dumas, pero que tiene más corazon, que tiene más genio; porque no hay genio fuera del sentimiento de la verdad y de la virtud, porque no hay belleza fuera del sentimiento que busca el bien.
»A ti sólo, que eres mi amigo más íntimo y leal, puedo decírtelo; y a ti no puedo menos de decírtelo, a fin de aliviar el peso de mi angustiado corazón: soy muy desdichado. »Beatriz se casó conmigo por amor. A pesar de la gran diferencia de edad, me quiso, no hallándome inferior a cuantos ahí había visto.
¿Pero qué te ha ocurrido? volvió a preguntarle su mujer. Nada, hija mía, que hoy se me ha caído la venda de los ojos. El amiguito García, ese desdichado a quien sólo por compasión admitía en mi casa, me estaba arrancando esta tarde la piel de lo lindo con mi otro amigo Estévanez.
porque cada uno dellos tenía uno o dos sabios, como de molde, que no solamente escribían sus hechos, sino que pintaban sus más mínimos pensamientos y niñerías, por más escondidas que fuesen; y no había de ser tan desdichado tan buen caballero, que le faltase a él lo que sobró a Platir y a otros semejantes.
Asi, con esta seguridad nada menos, y por ante escribano, en público documento, comprometíase la «física y cirujana,» á curar al desdichado Pedro de Ortuño, cuyo cuerpo, bien podría compararse con la famosa caja de Pandora, según los males que le aquejaban.
El era entonces quien se sintió morir... pero haciendo un esfuerzo, le dijo a media voz: ¡Judit!... ¡Es usted, Judit!... Ella trató de ausentarse. ¡Quédese, por favor! Déjeme decirle que soy el más desdichado de los hombres por no haber sabido apreciar hasta qué punto merecía usted todo mi amor. La desconocida se estremeció de nuevo.
Soy el hombre más desdichado del mundo añadió el cocinero. Aguantad vuestro aprieto como yo aguanto el mío; y basta de bromas y soltad, y adiós. Y escapó. Hijo Marchante dijo el cocinero mayor precipitadamente á uno de los soldados , métete con eso en la portería del señor Machuca, y guárdalo como guardarías á su majestad, mientras yo vuelvo. Muy bien, señor Francisco dijo el soldado.
Prefirió el riesgo de tener una escena violenta con el hombre, a la perspectiva de luchar con la debilidad o la resistencia pasiva de la anciana. ¿En qué puedo servirle? le preguntó Tirso. Vengo de parte de Pepe. ¿Qué quiere ese desdichado? No era necesario tanto para acibarar el diálogo.
Había en esta petición del desdichado artista algo tan conmovedor, que el marqués volvió la cabeza para ocultar la contracción casi convulsiva de su rostro. Será dijo como lo deseas. El pintor guardó las pistolas en su caja y tomó algunos blancos. Conozco mucho estas armas. ¿Quieres que nos sirvamos de otras? ¡Es inútil! contestó Pedro . Yo también he tirado frecuentemente con ellas. ¡Vamos!
Te repito que es una mala muchacha, y si hoy encuentro a Castilla le daré un abrazo, de todo corazón. Y tú serás también un cobarde y un desdichado. Ya te ha mareado. El diablo debiera llevársela. Se quedaron callados, Julio quiso despedirse. Lucía, acercándose, le retuvo, mientras parecían sus ojos preguntar a uno y a otro: "¿Y cómo han arreglado el asunto estos dos rivales?"
Palabra del Dia
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