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Actualizado: 21 de abril de 2025
Villalonga se despidió reiterando sus buenos deseos respecto a Nicolás Rubín. «¡Eh, Jacinto, por Dios, una palabra! dijo D. Evaristo llamándole cuando ya estaba en la puerta . Por Dios y todos los santos, no me olvide usted a ese desdichado... al pobre Villaamil, a ese que llaman Ramsés II». Está recomendado en una nota de indispensables. Conque más no puedo hacer.
Que ya está muerto mi esposo! O caso el mas lastimoso Que se vió en la desventura! Quién os hizo, dulce amado, Con valor tan excelente, Enamorado valiente, Y soldado desdichado? Hicistes una salida, Esposo mio, de suerte, Que por escusar mi muerte Me haveis quitado la vida! O pan de la sangre lleno Que por mí se derramó. No te tengo en cuenta yo De pan, sino de veneno!
Esta maldad me parece que puede disculpar todas las crueldades que se hicieron en su satisfaccion, porque ninguna pudo llegar á ser mayor que violar con tan fiera demostracion el derecho universal de las gentes, defendido por leyes humanas y divinas, por inviolable costumbre de naciones políticas y bárbaras. Este desdichado fin tuvieron las finezas de un Capitan poco advertido.
No deseo más que oir otra vez aquello de las palomas, que me ha hecho mucha gracia. ¡Yo no lo he escrito! exclamó con angustia el hijo del Perinolo. ¿De veras no lo has escrito, guapo?... ¡Pues para cuando lo escribas! Y descargó una bofetada en la pálida mejilla del redactor. ¡Sosiéguese usted, don Benigno! exclamó el desdichado retrocediendo, y extendiendo hacia adelante las manos.
«Esta es, señor Fígaro, mi posición: o yo no entiendo las circunstancias, o soy el hombre más desdichado del mundo.
Gritos y bulla nada más.... Puede ser que haya algunos palos, pero esos no caerán sobre las costillas de ningún eclesiástico. Siempre se los encontrará algún desdichado que no lo coma ni lo beba. En esa reunión secreta no hay hombres de gran empuje, ni conspiradores temibles, ni jacobinos de tente tieso.
Al propio tiempo se desbordaba en el alma del desdichado joven un sentimiento quijotesco de la justicia, no tal como la estiman las leyes y los hombres, sino como se ofrece a nuestro espíritu, directamente emanada de la esencia divina. «Esto lo tolera y aun lo aplaude la sociedad... Luego, es una sociedad que no tiene vergüenza. ¿Y qué defensa hay contra esto?
En luengo dél arriba caminando, A la Fuente de Lirios allegaron, Dó nace el Ipané tan afamado, A quien el indio llama Desdichado. El piloto mayor con el navío, Llegando á Santa Fé, salió gozoso: Alaban los de allí su desvario, Diciéndole que ha sido venturoso.
Aun vuestra merced menos mal, pues tuvo en sus manos aquella incomparable fermosura que ha dicho, pero yo, ¿qué tuve sino los mayores porrazos que pienso recebir en toda mi vida? ¡Desdichado de mí y de la madre que me parió, que ni soy caballero andante, ni lo pienso ser jamás, y de todas las malandanzas me cabe la mayor parte! -Luego, ¿también estás tú aporreado? -respondió don Quijote.
Oyó Benina con interés y piedad este relato, que aquí se da, para no cansar, reducido a mínimas proporciones; y como era mujer de buen sentido, no incurrió en la ligereza de engreírse con aquella pasión africana, ni tampoco hizo chacota de ella, como natural parecía, considerando su edad y las condiciones físicas del desdichado ciego.
Palabra del Dia
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