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Actualizado: 21 de julio de 2025
Al estudiar tambien la actitud de la jóven que está de pié á su lado; al estudiar aquel aire confuso y vacilante, como si se hallase cercada por la mirada ávida del viejo, semejante á la cierva que oye gritos por todas partes y no sabe de qué modo huir, ni á qué punto correr: al estudiar el efecto admirable con que inclina la mano derecha que tiene la taza, mientras que la taza se ladea y va á verterse el chocolate; al comprender aquel doble efecto de la mano, doble digo, porque su inclinacion procede tanto del peso natural del plato y de la jícara, como de aquella especie de aturdimiento que la atribulaba: al contemplar estas figuras un hombre dotado de la emocion del arte, no puede menos de llegar á la evidencia perfectísima de que ni la escultura ni la pintura harian más.
En efecto, después de largo rato, durante el cual la generala afectó sostener una conversación animadísima con el militar, volvió la cabeza hacia la sala y paseó por ella la mirada sin detenerla en Miguel: a la otra vez, ya la detuvo un poco; a la otra, un poco más; a la otra, ya fue derecha a él. Estableciose entonces un tiroteo de miradas, que no cesó en toda la noche.
Leeds muy complaciente. Y levantando con la mano derecha la caja, recogió con la izquierda el paño descubriendo completamente la mesa, sostenida sobre sus tres piés. Volvió á colocar la caja encima, en el centro, y con mucha gravedad se acercó al público. ¡Aquí le quiero ver! decía Ben Zayb á su vecino; verá usted como se sale con alguna escusa.
Un sileno de marmol antiguo también en su nicho de cerca de tres cuartas de alto, con una botejita en la mano derecha y en la izquierda sobre el mismo hombro un canastito con frutas. Cinco bustos ó estátuas de medio cuerpo en su nichos redondos que corren el ámbito superior de la galería. Cuatro cabezas en nichos más pequeños de marmol antiguo sobre los antecedentes en los huecos de los arcos.
Una vez sola había estado en la capital montañesa, disfrazando con el deseo de pisar «la tierra de mis mayores», como diría mi padre, la tentación de veranear en aquel puerto que comenzaba a ser «elegante». Atravesando en ferrocarril la cordillera cantábrica casi por encima de las fuentes del Ebro, recordé que «por allí», no sabía si a la derecha o a la izquierda, debía de andar mi casa solariega, en algún repliegue de aquellos montes encapuchados de neblinas y ceñidos de negros robledales.
Echa más atrás aún su gorra de hulano y toma una actitud resuelta, pues quiere dominar su emoción a todo trance. Los campos que se extienden a derecha e izquierda del camino pertenecen todos al molino.
En el fondo, a los lados del rompimiento y en el zócalo de madera, estanterías con frascos de substancias diversas, y libros. En el ángulo de la derecha un aparador pequeño. A la izquierda de la escena, la mesa de laboratorio con los objetos que en el diálogo se indican. Formando ángulo con ella, la balanza de precisión en un soporte de fábrica. En el centro, una mesa pequeña para comer.
A su derecha é izquierda sus hijos: luego los wazires; luego los gentiles-hombres, los hijos de los wazires, los libertos del califa, y los wakiles ú oficiales de su servidumbre. El patio del alcázar está cubierto de ricas alfombras y vistosos guadamecíes; velas, doseles y cortinages de lustrosa seda sombrean las puertas y arcadas reflejando en ellas los vivos colores de sus pájaros y ramajes.
Después, rápido, se revolvió... y yo me estremecí a mi pesar... La segunda vez, me dijo con la misma voz, con la misma mirada, sonriéndome y saludándome con la mano derecha: Por usted también, señora, y en honor de esa boca encarnada, purpurina como el coral.
A la derecha, en el fondo del despacho, se abre una espaciosa alcoba, y frente a la puerta de entrada una gran reja movediza que da paso a un patio.
Palabra del Dia
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