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Actualizado: 1 de julio de 2025


Toda aquella noche la pasé en un frenesí, en un delirio interior, que no cómo disimulaba. Me retiré de casa de Pepita muy temprano. En la soledad fue mayor mi amargura.

»Entretanto, el delirio de Carlos no tenía nada de extravagante, no hablaba más que de su próximo matrimonio. »Ella me ama decía; ¡me ama más que a su honor!... ¡Consiente en ser mía!... ¿Pero cuándo se efectuará nuestro enlace? »Cuando estés restablecido le contestaba yo. »¡Ah! Esto será bien pronto, porque entonces seré feliz.

Sin el favor y auxilio que le , sin las armas, dinero, hombres y fuerza moral que le suministra, es evidente para todo el mundo que la insurrección estaría ya sofocada; que hubiera sido mil veces menos fuerte; que tal vez no hubiera ocurrido. Una protesta enérgica contra él por parte de España sería sublime delirio.

Uno de aquellos calaveras cogió al muchacho del brazo y lo hizo subir al salón que acababan de dejar, en el que quedaban todas las últimas heces del desenfreno y la borrachera. La crápula volvió á empalmarse, haciendo participar al muchacho de todos los goces, recorriendo en dos horas cuantas páginas escribe el delirio inspirado por todas las pasiones.

Difícil, muy difícil sería la descripcion de esas fisonomias toscas y uniformes, de esas figuras que parecian sombras ó fantasmas de un delirio, cuando se movian, ó troncos desnudos de un bosque devorado por las llamas, ennegrecidos y ásperos, si permanecian inmóbiles.

Bien dice mi mujer que no hay otro más salado. La pobrecilla me quiere con delirio... y yo a ella lo mismo, como es justo.

El amor a la divina representación de Cristo se hubiera combinado con el miedo y con una compasión tremenda que tal vez la hubieran hecho caer en convulsiones, o producido en ella ataques de nervios y hasta delirio.

El hambre luchaba en él con la sed; pero temiendo a ésta mucho más, arrojaba a un rincón aquellos alimentos cargados de sal, como si fuesen veneno. Deliraba con el delirio de los náufragos atenaceados por el recuerdo del agua en medio de las olas amargas.

Pero habló de modo de tranquilizarme y besó mi frente pálida. Entonces un delirio vino y me transportó en espíritu al cementerio. Y pensando que mi Señor era el difunto Elormie, suspiré por él que estaba delante de mi: ¡oh yo soy dichosa ahora! Así fueron pronunciadas las palabras, y así fué empeñado el juramento.

Vea usted exclamó asiéndome de un brazo con una especie de delirio, ¡vea qué hermoso es el sol!... ¡Y he de perder todo esto! ¡Ah! deje que aun disfrute de ello, que saboree por completo este alegre y sereno día que para no ha de tener un mañana. Y antes que yo pudiera detenerle, lanzose corriendo al parque, y desapareció por una de las alamedas.

Palabra del Dia

buque

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