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Actualizado: 1 de julio de 2025


Y esto es concebible, porque en aquel momento, aunque ya no se veía a los aduaneros, se oía el ruido de sus armas y los preparativos de las baterías que armaban. ¡Pues bien! dijo el fraile en su delirio , ¡pues bien! Satanás, sálvanos, ¡porque no puedes ser más que Satanás! ¡, Satanás, sálvanos! gritaron los demás con un acento de terror indefinible.

Al atravesar la calle de Santa Feliciana, Fortunata creyó ver... juraría... Le corrió una exhalación fría por todo el cuerpo. Pero no se atrevía a mirar para atrás con objeto de cerciorarse. Probablemente no era más que delirio y azoramiento de su alma, motivados por las mil andróminas que le había contado Mauricia. Llegaron, y como todo estaba preparado para pernoctar, nada echaron de menos.

Aquella casa es de locos; manda en ella el Delirio, y la ocupan las diversas locuras; Lucifer, con un tambor de niños, llama á la Guerra contra el Cielo; el Mundo Infantil cabalga en un caballo de juguete; la Curiosidad bebe copiosamente en una mesa; la Carne toca una guitarra, y entona canciones eróticas, y la Humanidad yace en un rincón en pacífica locura.

Quiero y debo, no obstante, decir a Vd., ya que le escribo siempre como si estuviese de rodillas delante de Vd. a los pies del confesionario, una rápida impresión que he sentido dos o tres veces; algo que tal vez sea una alucinación o un delirio, pero que he notado. Ya he dicho a Vd. en otras cartas que los ojos de Pepita, verdes como los de Circe, tienen un mirar tranquilo y honestísimo.

Asintió a ello la señora, y la tristeza de ambas se aumentó con la noticia, traída por la criada de Obdulia, de que esta se había puesto muy malita, con alta fiebre, delirio, y un traqueteo de nervios que daba compasión. Allá se fue Benina, y después de avisar a los suegros de la señorita para que la atendieran, volvió a tranquilizar a la mamá.

Basta, ; ya pasó, ya pasó. Hablaré ahora de lo que quieras. Es que yo no me fío de esa cabeza... Sin embargo, óigame usted, padrino. Estoy inclinada a renunciar a mis derechos para librarme de la persecución de los malos. ¡Qué infames picardías! ¿Debo o no debo hacerlo? Respecto a mis derechos, ¿los tengo yo? ¿Son un delirio o una verdad?

Todo perdido en sueños de agonía y en el delirio del dolor flotaba; todo en su corazon rugiente hervia, y Leila sólo á su afanar reia y con su dulce amor le consolaba. ¡Y ella tambien, el último tesoro, la flor preciada de esplendor naciente, ya en los ojos de luz acerbo el lloro, y los reflejos de sus trenzas de oro como nimbo fatal en su alba frente!

Los instantes de dicha y de abandono, ciclo de la pasion; la duda inquieta del desden fingido, tormento abrasador, que con lágrimas baña las pupilas y de ira el corazon; el tembloroso afan de la respuesta y del primer favor; el nervioso delirio de los celos, que turba la razon. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Mas ¿dónde hallar una mujer que sepa comprender mi dolor? ¿Dónde encontrar una mujer, esclava del mismo afan que yo? ¿Una no habrá en el mundo que me escuche, que sienta así el amor? ¿Una no habrá en el mundo, que me quiera mentir por compasion?

Por qué en aquel momento, en que mi amor por Gloria se convertía en delirio y embriaguez, en que todo me sonreía y tocaba al logro de mis deseos, sentí el alma inundada de tristeza y apetecí la muerte, no puedo explicarlo, pero así fue. Quizá tengan razón los que creen que el amor y la muerte son dos cosas que se identifican y confunden allá en el centro misterioso de la vida universal.

Valeria oyó aquello como reo de muerte que escucha su sentencia; se arrodilló a los pies de la madre, le regó las manos con lágrimas, le besó el hábito, y al fin cayó al suelo desmayada. Hubo que llevarla a la enfermería, donde pasó tres días con fiebre y delirio.

Palabra del Dia

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