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Actualizado: 16 de junio de 2025


Al ponerse agitada, nerviosa, casi delirante, el frasco amarillo; y, no lo olvide V., si esa excitación no viene, dárselo es matarla. En seguida Ruiloz, aparentando la indiferencia con que suelen hablar los médicos de estas cosas, se despidió y salió, dejándola con los dos frascos sobre el velador y llena de sobresalto el alma.

Y á su voz amorosa Enamorado palpitas, Tu cabellera lujosa En el seno precipitas De la recia tempestad; Y te envuelve con su manto Que el relámpago colora, Tu frente que el rayo dora Te la riega con el llanto De la mústia soledad. Y celosa de la tierra Que te nutre con su seno, Ruge como ronco trueno, Tus raices desentierra Con delirante furor.

Pero, en realidad los músicos, al meter los delirios y locuras entre las cinco rayas paralelas y los huecos de las mismas que forman el pentágrama, sujetan a razón su melografía delirante; de donde se desprende que la razón, aun tratándose de locuras melodiosas, es y será siempre, antes que la música, el arte de las artes, la facultad soberana del humano espíritu.

Se estrechan, se enlazan; el uno resbala y se cae; se oye el crujido de un hueso que se rompe, y las imprecaciones reemplazan a la risa. Otros están acostados ensangrentados, con el cráneo abierto, a los pies de alegres compañeros que cantan con voz de trueno una delirante canción báquica.

No, así no, así no; si quieres que te acompañe a tu casa... pero, solo no, aunque te enojes y me pegues. ¡A mi casa! exclamó el joven delirante, no puedo ir, no puedo, porque no, porque soy un miserable, ¿entiendes? porque he deshonrado a mi familia, ¿entiendes? porque debía estar ahora en la Penitenciaría, ¿entiendes? escúpeme, Agapo, escúpeme, pero, ¡déjame marchar!

Doña Lupe empezó a tomar el chocolate que le trajo doña Fuensanta, y a renglón seguido continuó la relación, imitando la voz y la actitud de la delirante. «Y se ponía así: 'Allí está, mírenlo... el señor de Sor Natividad... La bribona lo tiene preso... Bribona, más que loba.... ¿Sabes quién es el señor... con retintín, de Sor Natividad?

Ya a la madrugada, en ese punto visionario y absurdo de los borrachos, en que el alcohol hace bailar a todas las cosas una zarabanda fantástica, habiendo sido reconocido por algunos, el poeta se vió obligado a recitar sus versos entre el ulular delirante del concurso y el ambiente plúmbeo, homicida, del antro.

Sus dramas son extravíos, abortos de una imaginación delirante; pero menester es también declarar, para ser justos, que tales yerros sólo son propios de grandes poetas. Impulsado por su afición á lo extraordinario, Monroy se ha consagrado con preferencia á la pintura de pasiones atroces y de deseos criminales.

¡Oh!, miserable condición de los hombres exclamó el ciego, arrastrado al absurdo por su delirante entendimiento . El don de la vista puede causar grandes extravíos... aparta a los hombres de la posesión de la verdad absoluta... y la verdad absoluta dice que eres hermosa, hermosa sin tacha ni sombra alguna de fealdad.

Habíase convertido don Manuel en un soñador quejoso. Hacía tiempo que parecían extinguidas en él aquellas ráfagas de alegría loca que, de tarde en tarde, solían sacudirle, agitando toda la casa. En tales ocasiones, parecía don Manuel un delirante. Todo su cuerpo se conmovía con el huracán de aquel extraño gozo que le hacía cantar, correr, tocar el piano y reirse a carcajadas.

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