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Actualizado: 24 de julio de 2025


Venga usted con nosotros, Juan, voy a tocar una pieza de Mozart en el clavicordio de María Antonieta. Cerraremos la puerta para que las débiles notas del clavicordio no se oigan en el piso de arriba. El salón chico era precioso con su tapicería Luis XVI de muaré blanco rayado de azul pálido, sus muebles de vieja laca de coromandel y sus largos espejos colocados sobre delicadas consolas.

Sus reumatismos lo habían obligado hacía poco a compartir esta última función con un joven de facciones delicadas que estaba sentado frente a él.

Al día siguiente, apareció misteriosamente un barril al lado de la puerta, y con igual misterio cada mañana quedaba lleno de agua fresca de la fuente. Y no sólo eran éstas las únicas delicadas atenciones que recibía esta joven singular.

Si no fuese por Núñez, creo que me hubiera muerto ya de hambre y de sed. El pintor, que como nuevo huésped se sentaba en el puesto de honor a su derecha, la envolvió efectivamente en una red de atenciones delicadas. No tardó en pasar a las galanterías. Antes de terminarse el almuerzo le estaba haciendo la corte descaradamente.

Pero Barbarita corrigió al instante su propia espontaneidad, diciendo: «No... no nos precipitemos. Hay que hablar antes a tu marido. Esta noche sin falta se lo dices , y yo me encargo de volver a tantear a Baldomero... Si es clavado, pero clavado...». ¡Y usted que dudaba! Qué quieres... Era preciso dudar, porque estas cosas son muy delicadas.

Siguiendo nuestra costumbre de abordar de frente las más árduas y delicadas cuestiones que se relacionan con Filipinas, sin importarnos nada las consecuencias que nuestra franqueza nos pudiera ocasionar, vamos en el presente artículo á tratar de su porvenir. Para leer en el destino de los pueblos, es menester abrir el libro de su pasado.

La voz pura y fresca que decía: «¡Kernok, Kernok míoera la suya; ¡cómo no había de ser dulce su voz! ¡Era tan linda con sus facciones delicadas y finas, sus grandes ojos velados por largas pestañas, sus cabellos castaños y sedosos que se escapaban por debajo de las anchas alas de su sombrero, y aquel talle tan esbelto y frágil que dibujaba un vestido de tela azul, y aquella actitud tan viva y tan graciosa! ¡y cuando marchaba libre y desembarazada, con el cuello erguido, la cabeza alta! ¡Ah! ¡qué salero! únicamente que su rostro parecía dorado por un rayo de sol tropical.

Su manera de exponer era tan ática y urbana, y sus pinceladas tan finas y tan delicadas, como no se habían conocido hasta entonces; pero su estilo se contaminó también con el exagerado atildamiento de aquellas frases, que dirigían á sus damas, en el Buen Retiro, los mismos caballeros que frecuentaban sus salones; los personajes, y hasta la ilación de las escenas de sus comedias, hubieron de ajustarse, no pocas veces, á la etiqueta de la corte, y, en vez de ofrecer un cuadro vasto y completo de la humanidad, en su variedad infinita, trazó, tan sólo, á menudo, la pintura de una parte muy reducida de la misma, esto es, de aquélla en que vivía, y para la cual escribía.

Yo creo que, en vez de sentirse avergonzado por ello, debiera usted estar satisfecho de tener una hija de aspiraciones tan nobles y delicadas... Bueno; ya está consumada la falta. ¿Y qué vamos a hacer ahora?... Pues ahora no nos toca más que procurar remediar en lo posible las malas consecuencias que pueda traer consigo.

Y, sin embargo, todo en ellas obedece a leyes rigurosas; hasta se puede decir que su organismo funciona con más precisión que el del común de los mortales, y si se les pusiera bajo vidrio como a las delicadas balanzas de los químicos, se les vería ejecutar maravillas.

Palabra del Dia

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