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Actualizado: 24 de junio de 2025
El pobre Príncipe, hijo tardío de padre gastado y madre moza, muestra ya en la escasa coloración del rostro y en lo débil del cuerpo que no había de llegar a ceñirse corona. La cara y manos están hechas con singular fineza, estudiadas hasta el extremo, contrastando sus tintas delicadas y pálidas con los distintos rojos de la ropa, el sillón y los cortinajes del fondo.
Fabrice, sin embargo, aunque sintiendo amargamente la frialdad sombría en que su mujer se encerrara, no desconfiaba vencerla a la larga en fuerza de generosas y delicadas atenciones.
Rimó también con sentimiento exquisito, delicadas poesías como los Poemas del Este y el Oeste.
Tenía las facciones delicadas, de un moreno algo pálido y sin rasgo de notable hermosura; pero en su semblante campeaba con tal imperio la gracia, que mirándola, nadie echaba de menos la belleza.
Nos dice que á mas de las relaciones comunes entre los objetos y los órganos de los sentidos, hay otras mas íntimas y delicadas entre aquellos y el sistema de nuestra organizacion; y que nos constan por la experiencia con igual certeza que las comunes.
Tenía el vestido hecho pedazos, enmarañado el cabello, las uñas sucias y el semblante demudado y miedoso.... La lucha horrible del día anterior había dejado en sus delicadas muñecas unas manchas carbonadas. Salvador midió con aquella sola mirada la escena desoladora, y no sólo con pena, sino con ira, con imperio y furor, le dijo a doña Rebeca: ¡A ver, un abrigo; tenemos mucha prisa!
Inclinándonos sobre la corriente, donde la sombra de los árboles se retuerce en espirales y se desdobla en delicadas curvas, miramos al fondo con sus piedras que parecen estremecerse, su arena que bulle, y sus hierbas ondulantes.
Sin duda viene a suspirar como un órgano, por el poco caso que de él hacen las damas. Serán delicadas de gusto repuso el príncipe , pues el mayor tiene una hermosa figura. Ella le aguarda entre las nieblas de su isla, mientras que él se recrea bajo el hermoso cielo andaluz.
La joven, con frases delicadas empapadas de ternura, le habló de su futuro hijo; un clavito que remacharía de modo inquebrantable la unión de sus almas. Aquel niño para el cual todo el mundo estaba ya trabajando en la casa, disiparía con su sonrisa inocente las nubéculas que sombrearan por un instante el amor de sus papas.
Sobre sus bordes, algunos arbustos inclinan sus tallos hacia la superficie azul, que se ve por entre las ramas de la encina; sólo un abedul deja caer por encima de la sima sus ramas delicadas. Al llegar á estos parajes es preciso tomar algunas precauciones, porque el suelo está demasiado accidentado y los pozos no tienen ningún brocal como los que construyen los ingenieros.
Palabra del Dia
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