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Actualizado: 24 de octubre de 2025
Su belleza, un poco frágil, tenía algo de delicado y conmovedor. Te sofocas demasiado dijo el señor Neris con alarmada solicitud; vas a coger frío. Pero ya Raúl traía un chal y cubría con él los hombros de la joven con un matiz de galantería que la condesa, en pie en la escalinata, fue la única en observar. Por sus delgados labios se deslizó una enigmática sonrisa.
O sy será bien no mouer agora nada hasta ver que viene de mi muger, q. en tantas esperanzas me entretiene, pues aún no está tan cerca la partida de Mos de Neuers. Embio a V. Ex.^a vnos guantes de Perro, mucho más delgados, y más anchos, q. los q. le lleué la otra noche. Y crea V. Ex.^a q. de mi sangre y pellejo haria yo medicina para su salud.
El secreto es mío ahora repuse, aun cuando no le dije que la misteriosa bolsita de gamuza se había extraviado. ¿Pero no sabe usted, hombre, lo que eso implica? gritó, poniéndose de pie delante de mí y entrelazando y retorciendo sus delgados dedos nerviosa y agitadamente. No, no lo sé contesté riendo, pues trataba de aparentar que tomaba sus palabras con ligereza.
De esta suerte se expresaba el P. Enrique, hasta donde la torpe pluma y la lengua pecadora de quien esto escribe consigue remedar su improvisada homilía; ya que, en la sagrada ciencia, que él iba explicando, dijeron los más delgados conceptos y aclararon los más hondos misterios, no los que en los libros y en el estudio fueron a ilustrarse, sino los que por experiencia los entendían y por santidad insigne gozaron del favor divino.
Joven dijo el señor Tomás, apretando sus delgados labios. ¿Cómo se llama usted? ¡Tomás! La férrea mano del anciano resbaló desde la garganta al brazo de su prisionero, aunque sin disminuir la presión con que le tenía asido. Carlos Tomás, ven conmigo dijo luego. Y llevose a su cautivo al hotel en que se hospedaba.
Mientras tanto, dormía Villamelón el sueño del justo. Currita, por el contrario, levantada contra su costumbre desde muy temprano, como si algo esperase, notó al punto el alboroto; púsose muy pálida, y una sonrisa de diablillo crispó por un momento sus delgados labios.
Nobleza les sobra para ello por los cuatro costados, pues así los Juárez, como los Zapatas, y los Delgados y Pontes, son de lo más alcurniado de Andalucía. Los Pontes tienen una puente sínople sobre gules, y cuarteles de azur y oro...
Era la pomarada un campo vasto, donde los árboles estaban tan espesos y habían adquirido tal desarrollo, que el sol no conseguía, sino después de mucho trabajo, introducir en él algunos delgados rayos. Los manzanos son árboles de poca imaginación.
Pablo Hervieu se halla sentado ante su mesa de trabajo; un cigarrillo humea entre sus dedos delgados y largos de aristócrata; su ademán es modesto y sobrio, pero resuelto; habla poco y sin prisa, y levantando ligeramente la voz al pronunciar las últimas sílabas de cada frase, lo que acusa ese espíritu enérgico que los grafólogos descubren en los que, al escribir, dirigen hacia arriba el trazo final de las letras.
Marta sintió que me había hecho mal; alzando sus delgados brazos hasta mi cuello, me dijo: Compréndeme, Olga; no son celos los que experimento; soy tan poco celosa, que mi deseo más ardiente es que os entendáis ambos después de mi muerte, y que... ¡Después de tu muerte! exclamé espantada. ¡Marta, no digas eso! ¡Es un crimen! Ella se sonrió, triste y resignada. Lo sé mejor que tú dijo.
Palabra del Dia
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