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El abdomen le abultaba bastante, y generalmente cruzaba las manos sobre él con movimiento de cariñosa conservación. Sus ojos eran medio cerrados y pequeños, pero muy vivos, formando armoniosa simetría con sus labios delgados, largos y elásticos, que en los momentos más ardorosos de la conversación avanzaban formando un tubo acústico que daba á su voz intensidad extraordinaria.

Allí estuvo tendida por largo tiempo en dulce y apacible beatitud. Un día, cansada Carolina de velar, se había dormido a su lado, y los delgados dedos de la señora de Ponce se posaban sobre su cabeza como en tierna bendición. A poco, llamó a Juan. ¿Quién ha venido hace poco? dijo en voz apenas perceptible. La señorita de Corlear dijo Juan, contestando a la mirada de sus hundidas pupilas.

Además Peña es muy gordo proseguía él sin hacer caso de la cariñosa advertencia y dice con razón Gustavo Núñez que los hombres gordos no son capaces de bondad ni de maldad. Sólo los delgados son realmente buenos o malos. Reynoso principió cómicamente a palparse y a palpar a Cirilo. ¿ y yo somos delgados o gordos, querido?

De nuevo resonaron los clarines, Y asi Mercurio lleno de contento, Sin darle mal aguero los delfines, Remos al agua dió, velas al viento. Eran los remos de la real galera De esdrujulos, y dellos conpelida Se deslizaba por el mar ligera. Hasta el tope la vela iba tendida, Hecha de muy delgados pensamientos, De varios lizos por amor tegida.

No podía comprender que este mozo pequeño, enjuto y enclenque en apariencia inspirase miedo á nadie. Lo contempló con una curiosidad algo irónica desde la altura de su corpulencia; le acarició los brazos con sus manazas, sonriendo al encontrar inmediatamente el hueso bajo los músculos nervudos pero delgados. Un recuerdo surgido repentinamente en su memoria hizo esta sonrisa más insolente aún.

Veíase que era mozo inteligente, de bastante lectura y determinado a lidiar con las enfermedades ajenas; mas la amarillez biliosa de su rostro, la lividez y secura de sus delgados labios, no prometían salud robusta. Aquel fanático de la higiene no predicaba con el ejemplo. Asegurábase que tenía la culpa el ron y una panadera de Cebre, con salud para vender y regalar cuatro doctores higienistas.

Después pusieron a Catalina, Luisa y los demás sitiados en los schlittes y los bajaron a la aldea. Pintar el entusiasmo y el enternecimiento de sus amigos cuando los vieron llegar, más delgados que Lázaro al salir de la tumba, es algo imposible.

La falta de leñas es otro obstáculo que se propone para su permanencia, pero no se niega que hay bastantes de pequeños y delgados arbustos.

En unas partes los clavan en las puertas y en las paredes; en otras, los queman vivos y hacen con ellos mil atrocidades. ¿Es verdad que son ciegos, tío? No; pero se cree que los ojos les sirven de muy poco o de nada. Se ha probado a inutilizárselos y se les ha visto volar con la misma seguridad que antes y sin tropezar en delgados hilos colocados ante ellos.

Vamos a ver, mamá, debe de haber algún medio... Por los delgados labios de la condesa se deslizó una imperceptible sonrisa. ¡Qué bien conocía a su hijo y qué bien le había llevado insensiblemente al punto preciso en que le quería! ¡Un medio!... No veo más que un buen matrimonio, al que tu nombre te da derecho a aspirar.