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Actualizado: 23 de junio de 2025
Dejemos aparte las causas y concausas felices o desgraciadas que de vicisitud en vicisitud me han conducido al auge de periodista; lo uno porque al público no le importarán probablemente, y lo otro, porque a mí mismo podría serme acaso más difícil de lo que a primera vista parece el designarlas.
Entonces articuló con voz profundamente tomada es lo que pienso, lo que tú sabes que yo pensaba cuando mentiste anoche. De modo... Bueno, dejemos, no es nada. Hasta mañana. Lo detuve del hombro y se dejó caer en seguida en la silla, con la cabeza sobre sus brazos en la mesa. Quédate le dije. Vas a dormir aquí conmigo. No estés solo. Durante un rato nos quedamos en profundo silencio.
Dejemos esta conversación, señora María, que estáis equivocada de medio á medio; mi sobrino no ha estado en mi casa... Pues si ha estado en palacio y no en vuestra casa... Ha estado en la casa del rey dijo una voz á la puerta. Volvióse todo hosco é incómodo el cocinero y vió al bufón del rey.
Dejemos, no obstante, a Málaga y pasemos a Almería, muy apartada hasta hace poco del resto de España por las dificultades de los caminos, como allá en los tiempos del rey Almotacín, tan buen poeta y tan generoso protector de los poetas.
Dejemos á un historiador árabe , cuya autorizada voz suena hoy por primera vez en nuestro idioma vulgar, referir la meritoria reforma de este Sultan. «Lo primero que hizo Al-hakem, luego que sucedió en el Califato, fué ocuparse en aumentar y hermosear la mezquita Aljama de Córdoba.
Sí... sí... convenido... todo lo que quieras, serás todo lo que quieras... Los dos tenían el mismo pensamiento: dejemos obrar al tiempo. Juan es un niño y cambiará de idea. En lo cual los dos se engañaban: Juan no cambió de idea. En el mes de septiembre de 1876, Pablo fue rechazado en Saint-Cyr y Juan recibió el undécimo lugar en la Escuela Politécnica.
Por lo demás, debes convenir en que has obrado con ligereza, y que sin querer me has colocado en una situación ridícula... Pero dejemos esto: tengo que hablarte de cosas serias, de las cuales tal vez dependa tu felicidad y la mía. Necesito que me escuches con atención. No sé qué profundidad habrán alcanzado las raíces de tu amor, porque esto jamás lo llega á averiguar un amante.
Dejemos en paz sus lenguas, hija mía; no despertemos al gato que duerme... murmuró la abuela sonriendo. Y no quiso oír nada más. Es obstinada la abuela... No le gustan las solteronas y no consiente en escuchar nada en su favor. Por fortuna, estoy aquí yo para rehabilitarlas en mi propia mente. 16 de octubre.
Dejemos eso, madre dijo. ¡Devuélvemela!... Pero, Roberto gimió ella, ¿es así cómo un hijo trata a su madre? ¡Adalberto, dile tú cuáles son las consideraciones que un hijo debe a su madre! Roberto se apoderó de las manos de su padre. No te mezcles en esto, padre dijo... La cuenta que hoy tengo que arreglar con mi madre, sólo a nosotros dos concierne.
Sé que le buscan á usted, y los que le buscan saben hacer las cosas. ¿Y cómo han averiguado que estoy aquí? Dejemos eso. Hay que partir esta noche ó mañana mismo. Aquí no está usted seguro. Mucho cuidado ... Yo volveré, y veremos el modo de salir sin peligro. Creo que se conseguirá. Hasta luego. Retiróse Bozmediano, y Lázaro entró á ver á Clara
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