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Actualizado: 24 de junio de 2025
Dice que ya que no le dejaron matar toros para hacerse rico, matará hombres si es necesario para salir de pobreza; que él tiene derecho a disfrutar como cualquier señor, y que todos los ricos son unos ladrones... Pero hermano, ¡por la Virgen!, ¿les has enseñado realmente esas cosas tan horribles? Déjalos dijo Gabriel riendo . No han digerido aún las ideas nuevas, y vomitan disparates.
Le pesó a Nucha, porque las señoritas, que habían estado en los Pazos a verla, le agradaban, y eran los únicos rostros juveniles, las únicas personas en quienes encontraba reminiscencias de la cháchara alegre y del fresco pico de sus hermanas, a las cuales no podía olvidar. Dejaron un recado de atención a cargo de la mocetona y torcieron monte arriba, camino del Pazo de Limioso.
La señora le explicaba al anciano médico el carácter y temperamento de cada una de sus hijas; la conversación era larga. En el espacio de nueve horas le dieron cuatro ataques intensos a la enferma, que la dejaron a tal punto postrada, que el médico temió seriamente un mal resultado. No obstante, después del cuarto, quedó relativamente bien, y pasó el día bastante tranquila.
Y así, aquella noche los dejaron, y a la mañana les pidieron que se desnudasen, y se halló que de todos sus vestidos juntos no se podía hacer una mecha a un candil. Quedáronse en la cama, digo envueltos en una manta, la cual era la que llaman ruana, donde se espulgan todos.
El brillo del pectoral de diamantes y de los cristales de sus gafas daba mayor realce y un poder mágico a su palabra sonora, dulce, persuasiva. Cantose después el Te Deum. Los tiples y los bajos de la catedral de Lancia hicieron prodigiosos gorgoritos, que dejaron asombrados a los buenos peñascos.
Entonces se dejaron ver los dioses mayores de aquel Olimpo, los cuales, como Júpiter en el de la Mitología, nunca aparecen sino entre rayos y centellas. ¡Peregrina misión la suya! Durante aquel período turbulento, ¡qué escenas presenció don Simón!, ¡qué refriegas!, ¡qué motines!, ¡qué escándalos!
Sin embargo, lo único que ha podido hallar en el bosquejo es cierto desenfado y buen humor, unidos á la exactitud general con que ha expresado la impresión sincera que dejaron en su ánimo los caracteres allí descritos. Y en lo que hace á inquina, malquerencia, ó enemistad alguna, ya política, ya personal, confiesa redondamente, que no hay nada de eso.
Desde que salieron del lugar dejaron encomendada a Paco la administración de los bienes que en él tenían, con la seguridad de que nadie había de administrarlos mejor. Paco, en efecto, respondió a aquella confianza.
71. Dijimos casi tranquilamente, porque no hubo hostilidad alguna: aunque no por esto dejaron los enemigos de maquinarlas, pues siempre su descanso es una asechanza, y aunque no hagan hostilidades, las estan disponiendo y proyectando. Por esta causa, para privar á la confederacion de los auxilios que debian dar
Cada uno de estos hurtos los amenizaba con carcajadas, explicaciones humorísticas que ya no hacían reír. Todos sabían que aquél era el vicio de doña Visita. Las señoras dejaron a los criados el cuidado de la merienda y se fueron a lavar las manos, y arreglar traje y peinado. Ya sabían dónde estaba el tocador para tales casos. Era la habitación donde había muerto la hija segunda de los Marqueses.
Palabra del Dia
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