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Actualizado: 30 de abril de 2025
Volveré si quieres... pero... mejor te acostabas pronto. Mañana vendré temprano. Te advierto que no te he dicho que sí. Bueno, bueno... adiós. Espera, espera... no me dejes solo... todavía. No te he dicho que sí; tal vez... lo piense más y... me decida por seguir el camino opuesto. Pero por de pronto, Víctor, prudencia, disimulo.... Es decir, si no quieres exponerte a una desgracia.
Tú le propones que se decida en un mes o por los placeres de esta capital, por los triunfos de amor propio que aquí pueda tener y por las esperanzas ambiciosas que puedan nacer en su alma, o por tu persona, tu amor y tu mano. Esto sería discreto si no hubiese una circunstancia que lo echa a perder y que ha descubierto ella en seguida. »Es esta circunstancia tu ausencia.
»Tengo un capricho, y le llamo capricho porque sería prolijo exponer aquí las razones en que se funda: tengo el capricho de que usted, con plena libertad, sin que nadie influya con sus consejos en favor o en contra, decida de mi suerte, desdeñándome o favoreciéndome. »Así, pues, esta declaración mía es un secreto para todos, incluso para su señora hermana de usted, doña Beatriz.
Es necesario que me decida esta misma noche por una u otra de estas alternativas, pues Roberto vendrá mañana para llevarme a la tumba de Marta. Antes que seguirlo allí, prefiero morir.
Pero yo seré la que decida cuándo ha llegado la ocasión. Quedamos en que no hablarás en verso sino cuando yo lo ordene expresamente, y aun entonces, sería mejor visto que te hicieses de rogar un poco.» Mi padre se dobló por la cintura, con ademán de acatamiento. Cualquiera menos inocente y sencillo que mi padre hubiese penetrado la ironía y propósito de la duquesa.
El Club tiene demasiada mala influencia sobre los hombres para que yo me decida a tomar un marido que no tenga otro pasatiempo. La puerta acababa de abrirse; el señor Aubry entró. Al ver a su mujer y a su hija, una sonrisa iluminó su rostro. María Teresa se precipitó hacia él, y poniéndole su frente a besar: Buenas tardes, papá le dijo.
Verdad... Por mi parte no pienso sacar título, ni mi herencia es para tanto... Esas señoras, no sé... Obdulia merece ser Duquesa, y lo es por la figura y el tono, aunque no se decida a ponerse la corona. De Emperatriz le corresponde, como hay Dios. En fin, yo no me meto... Y dejando a un lado la heráldica, vamos a otra cosa».
Programa: cena a las ocho de la noche; después acostaremos al niño, y luego: ¡a la misa del gallo! La madrina será.... ¿Quién? preguntó Andrés. ¿Gentes de fuera? ¡No, no, que todo quede en casa! Pero, en fin, que Rodolfo decida.... Gente de la casa, contesté como quiere Andrés; pero, de cualquiera manera, vendrá mi maestro.
La invitó á que se paseara, diciendo: Toma el aire, anda. De otro modo caerás enferma, y ¿qué dirá tu marido cuando se decida á venir? Herminia no respondió y sonrió tristemente.
No puedo decirlo... no puedo decirlo... Y no sale de eso, a pesar de todos mis esfuerzos para que se decida a hablar. Pero, poco a poco, su fisonomía se transforma, adopta una expresión resuelta, sombría, y sus labios acaban por murmurar amargamente: Quiero salir de esta casa... Quiero fugarme... ¡Gran Dios! ¿y con quién? pregunto consternado.
Palabra del Dia
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