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Actualizado: 13 de junio de 2025


Tended el vuestro cuanto podáis y lanzad la flecha lo más lejos que alcance. Mi dardo la dejará muy atrás. Marca las distancias, Arnaldo, clavando en tierra una pica á cada cien pasos y espérate junto á la quinta para recoger y traerme mis dardos. Hízolo así el soldado y momentos después partía silbando la flecha de Yonson. ¡Más allá de la cuarta pica! gritó Simón.

Allí había heteos, amorreos y jebuseos; caballeros de la casa de Abinadab, rey de Kiriath-Yarin; dos sobrinitos de Og, rey de Basan, a quienes apenas apuntaba el bozo y tenían ocho codos de estatura; varios nietos de Hamnon, rey de los Amonitas; y para complemento de hermosura, como dice Ezequiel, hablando de los pigmeos de Tiro, una pequeña tropa de idénticos pigmeos, que no se levantaban un codo de la tierra, pero que eran certeros y terribles disparando ponzoñosos dardos.

Pero su ternura no es grande, en verdad, aun en sus horas más apacibles, y tarde ó temprano, más bien lo último que lo primero, puede arrojar del nido á sus polluelos, con un arañazo de las garras, un picotazo, ó una escocedora herida causada por sus dardos.

Los arqueros habían limpiado de enemigos la proa y popa de ambas galeras, pero los piratas éstos atacaron en gran número el centro del Galeón, cayendo con furia por ambos costados sobre los marinos y hombres de armas y luchando con ellos cuerpo á cuerpo, en confusión tal que los soldados y marineros situados en las cofas no se atrevían á lanzar dardos ni peñascos, temerosos de herir y aplastar á sus propios compañeros.

Las Argentinas Ninfas, conociendo De aquesta Ana Valverde la belleza, Sus dorados cabellos descojendo, Envueltas en dolor y gran tristeza, Estan á la fortuna maldiciendo, Las flechas y los dardos, la crueza Del indio Mañuá, que así ha robado Al mundo de virtudes un dechado.

Antes de llegar a mi vivienda era fuerza que atravesase por entre el multitudinoso ejército de ocupación, recibiendo continuos dardos meretricios y padeciendo asechanzas y requerimientos, así orales como de hecho, puesto que alguna se asía de mi brazo; de manera que, por zafarme de estorbos y reponerme de la fatiga, solía yo algunas veces acogerme a un cafetín, que era donde las individuas vivaqueaban, y allí convidaba a las que más me atosigaban, con que las dejaba mansas, nutridas y satisfechas.

Su cabeza no encontrará ya amparo contra los dardos del sol, ni bajo la verde caballera de la palma, ni bajo el blanco pabellón de la tienda. Allí no hay más que una tienda, la bóveda del cielo. Allí las rocas solas pasan la noche; sólo las estrellas viajan por allí."

La tromba subió hasta la cumbre, envolvió completamente la montaña, oscureció cuanto habíamos visto, reproduciendo la noche con sus grandes horrores, y vomitó sus cataratas de granizo menudo y dardos de agua sobre la cima que el sol acababa de dorar con sus lenguas de fuego. Todos volvímos al hotel y solicitamos el sueño.

Una vez eran dos atletas del Parlamento, que del uno al otro lado del salón se lanzaban mutuamente los dardos más agudos y los dicterios más envenenados: partido sin pudor, grupo faccioso, hombre funesto, pandilla hambrienta...

Mas como el frío era intenso, los transeuntes no se apresuraban a pasar a la acera contraria en busca de los espacios sombreados: preferían recibir de lleno en el rostro los dardos solares, que al fin, si molestaban, también calentaban.

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