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Por cierto que el primero y segundo día de aquella vida nueva, tuvo que reñir Doña Paca al buen Frasquito, porque siempre que salía se le olvidaba llevarle el libro de cuentas que le había encargado.

»Le las gracias por sus atenciones y le prometí responderle el mismo día fijando la fecha de mi partida. »Volví a casa muy preocupado, no sabiendo cómo darle a Magdalena tal noticia.

Se han traído algunos merinos; se han propagado fácilmente, y ya existen rebaños bastante numerosos, que se aumentan cada día en razón de que no se consumen para el alimento diario. ¿No gusta aquí esa carne?

No pasaba día sin que hubiese alguna tremolina y también síncopes, por los cuales era preciso llamar al médico y traer estas y las otras drogas... Pez procuraba transigir, concordar voluntades; pero no conseguía nada. En último caso, siempre se inclinaba del lado de las pobres chicas, porque le mortificaba verlas rezando más de la cuenta y haciendo estúpidas penitencias.

A me daba mucha vergüenza contestarle, pero como a Luisa le había escrito también Paco Núñez declarándose, yo por encargo de ella le dije un día en el paseo: «Paco, de parte de Luisa, que ,» y a la otra vuelta Luisa le dijo a Pepito: «Pepito, de parte de Asunción, que ». Y quedamos novios.

Esta tarde, se despacharon tres indios á que fuesen á viajar rio abajo. A este parage se le daba el nombre de Ventana, siendo cierto que todas las piedras tienen á su remate muchas quebradas, por donde entran y salen á uno y otro lado de las pampas. Se caminó este dia como 13 leguas. Dia 18.

En la noche solitaria purifican con sus rayos y mi corazón abrasan y me prosterno ante ellos con adoración extática; y en el día no se ocultan cual se ocultó mi esperanza; por todas partes me siguen mirándome fijamente en mi espíritu clavadas... ¡Misteriosas y lejanas me persiguen tus miradas como dos estrellas fijas, como dos estrellas tristes, como dos estrellas blancas!

Entonces, adiós, y buena suerte. Martín fué a casa de un notario de Bayona, le preguntó si los pagarés estaban en regla y, habiéndole dicho que , los depositó bajo recibo. El mismo día se fué a Zaro. Guardadme este papel dijo a Bautista y a su hermana dándoles el recibo. Yo me voy. ¿Adónde vas? preguntó Bautista. Martín le explicó sus proyectos. Eso es un disparate dijo Bautista te van a matar.

Pero el asesino vagó como un loco por la huerta, huyendo de las gentes, tendiéndose detrás de los ribazos, agazapándose bajo los puentecillos, escapando á través de los campos, asustado por el ladrido de los perros, hasta que al día siguiente lo sorprendió la Guardia civil durmiendo en un pajar. Durante seis meses sólo se habló en la huerta del tío Barret.

Esta palabra me sacó de mi estupor, e involuntariamente iba a exclamar como don Quijote: «Come, Sancho hijo, come, que no eres caballero andante y que naciste para comer», porque al fin los filósofos, es decir, los desgraciados, podemos no comer; ¡pero los criados de los filósofos! Una idea más luminosa me ocurrió: era día de Navidad.