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Actualizado: 21 de mayo de 2025
La tía María estaba sentada a la cabecera del enfermo. Vamos, vamos, tío Pedro le decía la buena anciana , olvídese de que es catalán y no sea tan testarudo; déjese usted gobernar siquiera una vez en su vida y véngase con nosotros al convento, que ya ve usted que allí no falta lugar. Así podré asistirle mejor y no estará aquí aislado y solo en un solo cabo como el espárrago.
Patria le decía con sus ojuelos que arañaban: «Abra usted, tonta, y déjese de remilgos». La señora decía: «¿Le parece a usted bien que abra?... ¿Cree usted que...?». Pero a Fortunata la ganó de súbito el decoro, y tuvo un rechazo de honor y dignidad. «Si esto sigue dijo , despertaré a mi marido. ¡Ah!, ya parece que se retira el ladrón, pues ladrón debe de ser...».
¡Don Quintín de mis entretelas! ¡Tanto bueno por mi casa! ¿Qué le trae a usted por aquí? Lo primero, el gusto de verla, que no es grano de anís; y luego... ¡Me lo he maliciado; preguntarme por la María! No crea usted que sólo por eso. Pues qué, ¿no es nada contemplar ese cuerpo tan hermoso? Déjese usted de requiebros. ¡Bonita me encuentra usted! Ni tiempo he tenido de ponerme el corsé.
-Resolvámonos, cuerpo de mí -dijo Sancho-, y dígame finalmente lo que tiene, y déjese de discurrimientos, señor huésped. Dijo el ventero: -Lo que real y verdaderamente tengo son dos uñas de vaca que parecen manos de ternera, o dos manos de ternera que parecen uñas de vaca; están cocidas con sus garbanzos, cebollas y tocino, y la hora de ahora están diciendo: ¡Coméme! ¡Coméme!
Cuando menos, déjese usted abrigar. Quítese esas ropas que chorrean. Antes de que pudiera negarse, Rafael y la vieja le despojaron de la chaqueta y el chaleco, envolviéndole en el capote, mientras Zarandilla colocaba ante el fuego las ropas mojadas, que despedían un humo tenue. Acariciado por el calor, Salvatierra se mostró más comunicativo.
Me parece que la Revolución le hizo a usted Ilustrísimo señor.... ¡Hizo un cuerno! Me hicieron mis méritos, mis trabajos, mis... ¡seor ciruelo! Déjese usted de insultos y explique por qué he de ser yo enemigo personal del Provisor. ¿Reparto yo dinero por las aldeas al treinta por ciento?
Aparte se pican unas cuantas setas, previamente lavadas, escurridas y sin rabos, con la cuarta parte del volumen de perejil picado y otro tanto de charlotas, también picadas. Rehóguese la mezcla a la lumbre con un poco de manteca. Hágase un espeso claro, y déjese reducir a buena consistencia.
Después de macerado en una vasija de barro y al sol, se filtra y se agrega: Agua de rosa 3 gramos. Aguardiente fino 3 Dése suavemente todas las noches con algodón y déjese secar. Para hacer desaparecer las manchas de la cara, lávese con agua caliente, en la que se habrá disuelto sulfato de sosa. Para deshinchar los párpados. Aceite de almendras dulces 20 gramos.
Déjese de miserias y cuéntenos algo de aquel Madrid, de aquel Madriiid... ¡Ay, qué Madrid de mis pecados! De allí á la gloria, señor conde. ¡Cuánto señorío!... ¡cuánto coche!... En los días que estuve allá con el chico no paré en casa un momento.
Por toda respuesta, el Tuerto de Castrodorna hizo asomar al borde de su faja el extremo de una navaja de cachas amarillas, que volvió a ocultar al punto. El arcipreste, que había perdido los bríos con la obesidad y los años, sobresaltóse mucho. Déjese de calaveradas, mi amigo. Por si acaso, me parece oportuno salir por la puerta de atrás. ¿Eh?
Palabra del Dia
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