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Actualizado: 16 de junio de 2025
Los bárbaros, somos nosotros, que en vez de buscar hombres que nos den de comer, pagamos tributo á los caballeros garçones y á los cubiletes de buen tono. Pero no, no eres bárbara tú que me sigues, como la sombra al cuerpo: el bárbaro soy yo.
Me voy a remozar contemplando a la gentil pareja, unida por el amor. ¿Y cuando me den unos cuantos chiquillos?
«yten mando a la fabrica desta sancta yglesia en obediencia del motu proprio de la santidad de pio quinto y en conservación del derecho que por el tiene adquirido lo siguiente: Vna figura de xpo. nro. redenptor de plata en vna cruz de evano, yten otra figura de xpo. de marfil con su caja y cruz, yten vna cruz de evano guarnecida con diversos vidrios de colores y con su pie, yten dos quadros de xpo. nuestro redentor y nuestra señora y los doze apóstoles y san juan baptista y san pablo y san marcos y san lucas que son todos diez y ocho que están en mi libreria y otro retrato grande guarnecido como los demás de xp. nuestro redenptor con la corona y caña y soga y nuestra señora que se llama passio duorum y otra imagen grande de santa maria del populo y otra de nuestra señora que tiene en sus manos al niño Jesús con vn velo y otra ymagen de san nicolas de tolentino puesto en oracion y otra de la magdalena que llaman tulerunt dominus. m.l. y cuatro lienzos del bassanis estan por guarnecer del nacimiento, circuncisión y lançar del templo xº ementes et vendentes y el nacimiento del baptista y un san Gregorio y san geronimo, san agustin, san ambrosio, dos de santo thomas, san esteuan, san lorenço, san sebastian, santo domingo, dos de san francisco y otro de xº nuestro redenptor y otro de nuestra señora que son por todos veynte e çinco questan en el oratorio los quatro por guarnecer y los veynte e vno guarnecidos y con los de la librería vienen a ser todos quarenta y tres ymagenes como estan referidas todas, mando se den á la fabrica de la sancta yglesia para que si los dichos señores dean y cabildo les pareciese acomodarlos en la sacristia mayor o en los altares colaterales de las reliquias.
Tiempo sobrado nos quedará después para hablar de eso... y entregarme yo a la Guardia civil para que, atado codo con codo, me lleve a la cárcel, y después me den garrote vil en la plaza de Villavieja. ¡A usted, Leto? A mí, sí; porque, en buena justicia, debió de haberme tragado la mar en cuanto la puse a usted en brazos de Cornias.
Tengo malos antecedentes, es cierto, pero eso no hace al caso..., ¡el decir adiós no es dirse! ¡Estos practicantes llegan a ser unos doctores que dan miedo, y no pasa mucho tiempo sin que den vuelta y raya a su maestro! El punguista, cuando camina, jamás lo hace llevando al lado a sus compañeros.
Las explicaciones que me den, dije yo para mi capote, no me valdrán un plato; perderé el tiempo, gastaré saliva, se me indigestará lo poco que he comido, y habré hecho méritos para que me tengan por cafre ó por moro, sobre todo si anda por aquí el Sr. Dumas. Nada; no hay más recurso que pagar; tener muy presente esta casa, y bajar la escalera.
Dadme vos dijo uno que ello sea así como decís, y que os la den como la pedís, y sentaos junto a lo que del asno queda.
Te advierto que de ninguna manera te has de librar de mí, pues aunque te vuelvas el mismo Demonio, te he de pedir dinero y te lo he de sacar. Vamos; ponme eso. No me da la gana. Y diciéndolo empezaba a redactar la orden. Así, así... decía Guillermina dictando . «Sr. D... haga usted el favor de dar los palos...». Por ahí... los palos... Leña, que te den leña es lo que a ti te viene bien.
Tú harás algo; al paso que ellos.... Así se quemen las pestañas años y años, cuanto escriban servirá nada más para que envuelvan cominos en la casa de mi compadre don Venancio. ¿Contestamos? ¡No! Eso se quieren ellos, que les den tela. Oye, oye un consejo. Nunca salgas a defender tus escritos. La modestia... ya lo sabes.... ¡Nada tengo que decirte! Conozco bien a esos necios.
Por aquí todo está tranquilo; ni asaltos, ni robos, ni temores de «bola». Me quieren mucho «ciertos bichos» que tú sabes, y no hay temor de que me den un mal rato. Tan seguro estoy de ello, que casi, casi me resuelvo a que te vengas al pueblo. Pienso en ello mucho; seguiré pensándolo, y ¡Dios dirá!
Palabra del Dia
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