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Parece mentira que un hombre que podría ser el más feliz del mundo, casado con esta perla de Oriente y sobrino de esta tía, que es otra perla, se devane los sesos por cosas que no le importan. ¡Si nadie se lo ha de agradecer!... En fin, que si estas señoras me autorizan, yo le curo a usted con el extracto de fresno administrado en vírgulas, uso externo, por la mañana y por la tarde».

Doña Constanza tuvo lepra enfermedad que en aquellos tiempos no perdonaba á las emperatrices , y Santa Bárbara curó milagrosamente á su devota. Para perpetuar este suceso, allí estaba Santa Bárbara en el cuadro, vestida con ancha saya y mangas de farol acuchilladas, lo mismo que una dama del siglo XV, y á sus pies la basilisa con traje de labradora valenciana y gruesas joyas.

Como quien no hace nada, Benina se apoderó de las dos armas, palo y cuchillo, y arrimándose ya sin temor alguno al desdichado ciego, le puso la mano en el hombro. «Me has partido algún hueso, porque me duele mocha le dijo . A ver dónde me curo yo ahora... No, hueso roto no hay; pero me has levantado unos morcillones como mi cabeza, y el árnica que gaste yo esta tarde me la tienes que abonar.

Juanito le curó las heridas, que eran leves, con árnica, y luego, ayudado de Atanasio el jardinero, le lavó con jabón y un estropajo. Entonces se vió que Fortuna no era tan feo como parecía bajo el andrajoso manto de la miseria, que con un buen collar y bien alimentado podía presentarse en cualquier parte sin que su amo se avergonzara.

No se le curó el miedo; en cambio le quedó desde entonces una propensión fatal a los síncopes y a los terrores nocturnos. Despertábase de improviso con señales de gran espanto, mirando fijamente a un punto del espacio, como si tuviera delante algún fantasma. El corazón le palpitaba vivamente, la frente se le cubría de sudor. En tales momentos perdía por completo la conciencia.

Se curó, se volvió a enamorar, volvió la novia a desdeñarlo, se encerró en su cuarto, se cortó el pelo de raíz y en su soledad forzosa empezó a escribir versos. Tenía veintiséis años cuando se representó su tragedia Cleopatra: en siete años compuso catorce tragedias.

Talbot, curó con la quinina al príncipe de Condé, al delfín, a Colbert y otros personajes, vendiendo el secreto al gobierno francés por una suma considerable y una pensión vitalicia. Linneo, tributando en ello un homenaje a la virreina condesa de Chinchón, señala a la quina el nombre que hoy le da la ciencia: Chinchona.

Un diestro cirujano curó á Candido con los emolientes que enseña Dioscórides. Un poco de cútis tenia ya, y empezaba á poder andar, quando dió una batalla el rey de los Bulgaros al de los Abaros. De qué modo se libró Candido de manos de los Bulgaros, y de lo que le sucedió despues.

Una tarde encuentro a Pombo en la calle Florián y entre la charla, le digo que padezco de insomnio, que no si el aire de la altura me quita el sueño, etc. «Yo he tenido un amigo, el señor Guerra, que sufría también de eso; pero se curó... ¿con qué? No me acuerdo.

Confusas estaban la ventera y su hija y la buena de Maritornes oyendo las razones del andante caballero, que así las entendían como si hablara en griego, aunque bien alcanzaron que todas se encaminaban a ofrecimiento y requiebros; y, como no usadas a semejante lenguaje, mirábanle y admirábanse, y parecíales otro hombre de los que se usaban; y, agradeciéndole con venteriles razones sus ofrecimientos, le dejaron; y la asturiana Maritornes curó a Sancho, que no menos lo había menester que su amo.