Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de julio de 2025


La primera jornada de nuestros dos caminantes fué bastante agradable, llevados en alas de la idea de encontrarse posesores de mayores tesoros que quantos en Asia, Europa y Africa se podian reunir. El enamorado Candido grabó el nombre de Cunegunda en las cortezas de los árboles.

No daba el caso un instante de vagar; pero ¿cómo se habia de apartar de Cunegunda? ¿y donde hallaria asilo? Del recibimiento que á Candido y á Cacambo hiciéron los jesuitas del Paraguay.

Amada Cunegunda, dixo llorando Candido: ¿cómo te hallas? No puede hablar, dixo la criada. Entónces la enferma sacó fuera de la cama una mano muy suave que bañó Candido un largo rato con lágrimas, y que llenó lurgo de diamantes, desando un saco de oro encima del taburete.

Vm. no se puede escapar, dixo á Cunegunda, ni tiene nada que temer, que no fué vm. quien mató á Su Ilustrísima; y fuera de eso el gobernador enamorado no consentirá que la toquen en el pelo de la ropa: con que no hay que menearse. Va luego corriendo á Candido, y le dice: Escápate, hijo mio, si no quieres que dentro de una hora te quemen vivo.

Vuelve Candido el rostro, conoce á Cacambo; solo la vista de Cunegunda le hubiera podido causar mas extrañeza y mas contento. Poco le faltó para volverse loco de alegría; y dando mil abrazos á su caro amigo, le dixo: ¿Con que sin duda está contigo Cunegunda? ¿donde está? llévame á verla, y á morir de gozo á sus plantas.

Ya estaban Candido, Cunegunda y la vieja en la villa de Aracena, en mitad de los montes de Sierra-Morena, y decian lo que sigue en un meson. De la triste situacion en que, se viéron Candido, Cunegunda y la vieja; de su arribo á Cadiz, y como se embarcáron para América.

En este instante le ocurriéron á Candido las siguientes ideas, y discurrió así: Si pide auxîlio este varon santo, infaliblemente me hará quemar, y otro tanto podrá hacer á Cunegunda; me ha hecho azotar sin misericordia, es mi contrincante, y yo estoy de vena de matar; pues no hay que detenerse.

Crecia la melancolía de Candido, y Martin no se hartaba de probarle que eran muy raras la virtud y la felicidad sobre la tierra, excepto acaso en el Dorado, donde ninguno podia entrar. Sobre esta importante materia disputaban, miéntras venia Cunegunda, quando reparó Candido en un frayle Francisco mozo, que se paseaba por la plaza de San Marcos, llevando del brazo á una moza.

¿Quién me habrá robado mis doblones y mis diamantes? decia llorando Cunegunda; ¿cómo hemos de vivir? ¿qué hemos de hacer? ¿donde he de hallar inquisidores y Judíos que me den otros? ¡Ay! dixo la vieja, mucho me sospecho de un reverendo padre Franciscano que ayer durmió en Badajoz en nuestra posada.

Otras ciento me puedes matar, respondió el baron, pero no te has de casar con mi hermana miéntras yo viva. Donde se da fin á la historia. En lo interior de su corazon no tenia Candido ganas ningunas de casarse con Cunegunda; pero la mucha insolencia del baron le determinó á acelerar las bodas, sin contar que la baronesita le apretaba tanto, que no las podía dilatar mas.

Palabra del Dia

godella

Otros Mirando