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Esta gente está á la boca de un valle muy grande, de donde sale un rio muy caudoloso, llamado el rio Hondo, el cual es criadero. Dicho rio Hondo nace de la falda de unos cerros colorados muy ricos, pasados de oro, y mucho cobre campanil, que es la madre de dicho oro en grano. Estos indios tienen su Cura ó Párroco, el cual depende del Obispo de Chile, siendo los mas de ellos cristianos.

Se marchó hasta parar en la Laguna de los Paraguayos, á distancia de 6 leguas: este dia se costeó la laguna de San Lucas, á la izquierda del camino, que es tambien criadero de sal. Huvo mal camino y se ahogaron dos bueyes en el carril por la mucha agua, y en dicha laguna de San Lucas hay mucha leña, que llaman de cachiyuyo. Dia 20.

Cuando el nieto entró, la cara pulimentada y oscura de Primitivo podía confundirse con el tono bronceado de un acervo de calderilla o montaña de cobre, de la cual iban saliendo columnitas, columnitas que el mayordomo alineaba en correcta formación.... Perucho se quedó deslumbrado ante tan fabulosa riqueza. ¡Allí estaban sus dos cuartos! ¡Menuda pepita de aquel gran criadero de metal!

Es, con todo, verosímil que el fondo y la gran masa acuática sean asaz pacíficos; de lo contrario, el mar no sería apto para llenar su gran función de madre y nodriza de los seres. Maury le llama, no recuerdo dónde, un gran criadero. Un mundo de seres delicados, más frágiles que los de la tierra, son mecidos, amamantados con sus aguas.

«El expositor del carbón, D. Leopoldo Ferrer. Se desea tener acciones para la explotación». A este documento, que se encuentra en el estante 2, tabla 5.ª, núm. 1.844, acompaña un plano del criadero que se cita. Fauna.

Comparado con el guarda del criadero de pescado, el pescador actual, sentado bajo la discreta sombra de un árbol, les parecerá una especie de Nemrod, un héroe de remota antigüedad. #El riego# Consolémonos, no obstante. En el porvenir que nos prepara la explotación científica de la tierra y sus riquezas, la mayor utilidad del arroyo no será la de ser una fábrica de carne viva.

«Después de descender la montaña indicada se encuentra el río Diquiran y hay que marchar por el mismo, contra su corriente y con rumbo al E. una milla, y después hay que dejar éste y tomar un arroyo con rumbo al S., y á 2 millas se encuentra el cerro y criadero antes dicho». «El tiempo empleado en recorrer el trayecto indicado, al paso acelerado del indio, es de cuatro horas».

Dice así: «Memoria del criadero de hulla en el segundo distrito de Mindanao, al SE. del pueblo de Naanan y unas 7 leguas del barrio de Manticao, jurisdicción de dicho pueblo, lugar del criadero.

A esa edad todo el monte antojábaseme orégano y cominillo, e imaginábame que con cuatro coplas, mal zurcidas, y una docena de articulejos, peor hilvanados, había puesto una pica en Flandes u otra en Jerez. Maldito si ni por el forro consultaba clásicos, ni si sabía por experiencia propia que los viejos pergaminos son criadero de polilla.

Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cuba mártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos los estorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando era nuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada a la Agricultura y a la Industria de su país; cuando era esta ciudad, jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generales infecundos, logreros e imperiosos; cuando la bandera roja y gualda flotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenados a perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse y engordar sus vicios insolentes; cuando el criollo moría en la miseria y el peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro que manaba del crimen; cuando había más cárceles que escuelas, y el látigo infamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tan necesitada de justicia como la nuestra; cuando el cubano que no se sometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara, iba a purgar su osadía en el presidio; cuando el talento de los nativos dormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobre los hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicos pasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.