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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Todo esto cantado aquí a escape, tal vez no tenga chiste; pero yo creo que dándole la debida extensión e iluminándolo eruditamente con los colores locales y temporales de que ya he hablado, sería divertidísima novela, y pondría además de realce la hazaña de los andaluces, musulmanes entonces en vez de ser católicos, y que fueron los primeros en llevar a Creta el islamismo, de que ahora con tanta razón quieren los cretenses libertarse.
Tentados por la codicia, los papúes persiguen encarnizadamente a esas aves. Para no destrozarlas o echar a perder su plumaje con las flechas, las cazan con cerbatana, lanzándoles cañitas sutilísimas que llevan una bolita de creta en la punta. También les lanzan, por medio del arco, unas flechitas formadas de nervios de hojas.
Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.
Poco le cuesta, por lo tanto, hacerlos viajar de monte en monte. Así es que cada cima tenía su dios y hasta su pléyade de reses celestiales. Zeus vivía en el monte Ida, así como en el Olimpo de Grecia, en los de Creta y Chipre y en las rocas de Egina. Apolo tenía su morada en el Parnaso y en el Helicón, en el Cileno y en el Taigeto, en todos los montes diseminados que se elevan fuera del mar Egeo.
Reflexionó profundamente y cuanto más examinaba los diversos aspectos de la situación más peligrosa la encontraba. Era evidente que Mauricio había sido cómplice de su tutor en todo este negocio, y que sabía á qué atenerse sobre las relaciones que habían existido entre Roussel y ella. ¿Cómo había adquirido el compromiso que ella le había exigido antes del matrimonio? Eso era que estaba decidido á no cumplirlo. La señorita Guichard se puso en el caso del joven y se confesó que ella hubiera también obrado del modo de que le suponía capaz. Y con furor lleno de espanto comprendió que estaba á merced de sus adversarios y que éstos podían hacerla sufrir el mismo tratamiento que les tenía preparado. Roussel, & quien creta tener en su poder, la tenía á su discreción.
Aconséjanle las hadas protectoras que se encamine á la ciudad de Creta, porque en ella recibirá una dicha sorprendente é inesperada. Las obedece, y gana pronto con su afabilidad las simpatías de una dama distinguida que la prohija. En la última escena, Eismena, en la flor de sus años, hereda, por muerte de su madre adoptiva, una fortuna considerable, y es solicitada por muchos pretendientes.
No sólo las leyendas, sino también los hechos históricos, que tienen la hermosura de las leyendas, están repetidas varias veces. No es Hernán Cortés el único, por ejemplo, que echa a pique las naves. Lo mismo habían hecho antes Agatocles en Africa, los muladíes cordobeses en Creta, y los aragoneses y catalanes en Galípoli.
«Don José dijo resuelta . Cargue usted a Riquín. Envolvedlo bien en un mantón. Nos vamos ahora mismo. ¡Ahora!» exclamó D. José con espanto. En la puerta del comedor apareció Botín. Después se paseó en el pasillo. Si Isidora estuviera fuerte en Mitología, le habría comparado al Minotauro vagando por las obscuras galerías del laberinto de Creta.
Abu Hafáz se defiende, y si bien capitula y abandona la ciudad, es después de una capitulación honrosa y lucrativa, recibiendo cuantiosa suma por el rescate. Con veinte naves y con unos cuantos cientos de guerreros, Abu Hafáz se dirigió, por último, a Creta.
No es esto, sin embargo, lo que más me aflige. Lo que más me aflige es que, desde hace muchísimos años, desde antes que hubiese pensado yo en escribir novelas de costumbres del día, se me había ocurrido escribir una novela histórica sobre Creta, y hasta había forjado el plan, aunque confusa y vagamente.
Palabra del Dia
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