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Asaltábanle allí toda clase de miedos, a los ladrones principalmente; pero de éste se sacudía con alguna facilidad, considerando que hasta para robar era cruel aquella noche, aun en el supuesto de ser creíble que en semejantes soledades habitaran los que viven a expensas de lo que tienen los que jamás pasarían por allí, a no estar tentados del demonio, o del afán de ser diputados a Cortes, que tanto monta.

Y si nosotros no estuviéramos convencidos de la honradez y rectitud de ciertos gobernantes, estaríamos tentados de decir que todas esas reformas parciales eran sólo emplastos y pomadas de un médico que, no sabiendo curar un cáncer, ó no atreviéndose á hacer la extirpación, quiere de esa manera distraer los padecimientos del enfermo, ó contemporizar con la pusilanimidad de los timidos é ignorantes.

Todos los que en la ciudad se sentían tentados por el demonio de la literatura acudían á la Biblioteca para pedir consejo al ilustre maestro. Los recibía como amigos antiguos, y, arrastrado por su vehemencia verbal, dejaba pronto de ocuparse de ellos para hablar de su propia persona. Un día, el abuelo Hugo me dijo que....

Desde entonces los Tehuelches, tentados con las esperanzas de presas, han hecho cada año incursiones en el territorio de Buenos Aires, robando mucho ganado.

17 Por lo cual, debía hacerse en todo semejante a los hermanos, ser hecho misericordioso y fiel Sumo sacerdote en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo; 18 porque en cuanto él mismo padeció y fue tentado, es poderoso para socorrer también a los que son tentados.

Tentados por la codicia, los papúes persiguen encarnizadamente a esas aves. Para no destrozarlas o echar a perder su plumaje con las flechas, las cazan con cerbatana, lanzándoles cañitas sutilísimas que llevan una bolita de creta en la punta. También les lanzan, por medio del arco, unas flechitas formadas de nervios de hojas.

El Demonio Mayor anda por las ferias y las vendimias, y las procesiones, con la apariencia de una moza garrida, tentando a los hombres. Frailes y vinculeros son los más tentados. ¡Ay, hermano, cuántas veces habremos estado con una moza bajo las viñas sin cuidar que era el Demonio Mayor de los Infiernos!

Lo que nos prohibe la naturaleza es extender nuestras afecciones más allá de nuestras fuerzas; lo que nos prohibe la razón, es querer lo que no podemos obtener; lo que nos prohibe la conciencia no es ser tentados, sino dejarnos vencer por las tentaciones. No depende de nosotros tener ó no tener pasiones, pero depende reinar sobre ellas.