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Si alguno le cuchicheaba al oído, él no se daba por enterado. El Aligator, por su parte, atravesaba una de sus crisis galvánicas y se estremecía convulso, dando ya por anticipado que la experiencia iba a fracasar.

Hay que confesarlo, porque es la pura verdad, los únicos progresos literarios y científicos del colegio de la Merced se hacían en estos días de crisis monetaria. La llegada de Miguel no causó efecto alguno, ni en profesores, ni en discípulos: un niño más, y bien atrasadito por cierto.

Feijoo se arrimaba a él y le daba conversación, por lástima, animándole y procurando distraerle de su tema; pero Ramsés II, cuyo verdadero nombre era Villaamil, no tenía más consuelo que aplicar su oreja seca y amarilla a la conversación, por si escuchaba algo de crisis o de trifulca próxima que diese patas arriba con todo. Lo que él quería era que se armase gorda, pero muy gorda, a ver si...

Pasó en revista las causas de la crisis y discutió sus efectos, con cifras y con datos, mientras daba a las alas de su nariz aquel movimiento de bomba aspirante, que tanto chocaba a Quilito.

Y ahora, para concluir, yo también tengo que hacer a V. una pregunta por encargo de mi ama, y claro está que repetiré con la mayor prudencia lo que V. diga. Vamos a ver: ¿cuál es el verdadero estado de la señorita Clotilde? Hoy por hoy, gravísimo. Creo, sin embargo, que de esa crisis saldremos adelante; pero de las que vengan luego no respondo; en uno de esos ataques tiene que quedarse.

No, no lo seré exclamó Maltrana . Presento la dimisión de la cartera; crisis total. Pero ¡déjame el pelo, niña, que me haces daño!

Esta es la tendencia fatal, á no ser que la fiebre se prolongue bajo la forma adinámica de las fiebres graves que no conducen á crísis y que parecen perpetuarse por el aniquilamiento de las fuerzas. El carbon difiere en estos casos del arsénico por la falta del subdelirium.

Al tercer día de andar en brega con estas dudas y sospechas, tomando muy poco alimento, sin dormir, llena de fiebre y medio trastornada, Isidora llegó al colmo de la crisis.

6 de agosto. ¿Sabes que estoy celoso del interés que tomas por todo lo que se refiere a Elena Lacante? La pobre niña es interesante, pero yo también, qué diablo... Y no parece que te das cuenta de ello. Voy, pues, a decirte el estado de Elena. La crisis que se esperaba ha traído un alivio de la fiebre y la muchacha empieza a revivir, a mirar a su alrededor y a darse cuenta de las cosas.

Desde el fondo de aquella galería subterránea dirigió terribles dardos contra el presidente del Consejo de ministros, que no le había dado una cartera en la última crisis. Salabert contestó con palabra estropajosa dando las gracias, echándose por los suelos. Para llegar al puesto que ocupaba no tenía otros méritos que el trabajo y la honradez.