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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Aquél no le había escrito ni una sola carta, faltando a su solemne promesa. ¡Ingrato! ¿Qué le costaba poner dos letras diciendo, por ejemplo: Estoy bueno y te quiero siempre? Pero nada, ni siquiera esto... Revelaba estas tristezas a su única confidente, Aurora, en aquellos ratos de charla sabrosa que las señoras mayores les permitían.
Los críticos germanófilos han combatido con tanto ardor como el más heroico de los soldados alemanes. Fabián Vidal y Manuel Aznar pueden decir el trabajo que costaba desalojar a los críticos germanófilos de ciertas posiciones. Se destruían los últimos nidos de ametralladoras, Ludendorff ordenaba la retirada y los ejércitos aliados avanzaban, pero Armando Guerra no se rendía tan fácilmente.
El señor sabe que esta propiedad perteneció en otro tiempo al último Conde de Castennec, á quien tenía el honor de servir. Cuando la familia Laroque compró el castillo, confesaré que me apesadumbré y vacilé mucho para quedarme en la casa. Me había criado en el respeto á la nobleza, y me costaba mucho servir á gentes sin nacimiento.
El ruido en la sala aumentaba, y al ujier le costaba mucho trabajo restablecer un silencio relativo. El tribunal deliberó en voz baja. ¡Es inadmisible! protestó uno de los jueces . Esto no es ya un tribunal, sino más bien una casa de locos. Se diría que es ella quien nos está juzgando. ¡La culpa no es mía! repuso el presidente . ¿Qué quiere usted que yo le haga?
Poco á poco se fué reduciendo el pelotón por ir deteniéndose cada cual á la puerta de su casa. Octavio no se fué á la suya hasta después de acompañarlos á todos. Ya sabemos el trabajo que le costaba despedirse de un concurso. Cuando llegó á ella, su madre le esperaba y la cena también. D. Baltasar se había ido á la cama.
Pasaron muchos días, recibió otras e hizo lo propio, sin contestar a ninguna: mas la violencia que esta entereza le costaba iba poco a poco aumentando. En vano se había condenado voluntariamente a no saber de él: rompía las cartas, pero no lograba acallar los antojos de su fantasía.
Clementina había fascinado sus sentidos, había penetrado en su carne: por más esfuerzos que hacía no podía arrancarla de sí. A todas horas soñaba con ella, la veía ante sus ojos cada vez más incitante y apetecible. Cuanto más tiempo pasaba más crecía el fuego que le consumía y más esfuerzo y dolor le costaba adoptar un continente altivo e indiferente al encontrarse con ella en cualquier sarao.
Eso explica también de una manera bastante sencilla por qué su espíritu podía estar tranquilo, aunque hubiera dejado su casa y su tesoro más expuestos que de costumbre. Silas pensaba en su cena con doble satisfacción: en primer lugar sería caliente y sabrosa; en segundo lugar, no le costaba nada.
La vara toesa de mampostería, que hoy no costará menos de quince ó diez y seis reales, costaba en Francia ocho sueldos, ó sean doce cuartos españoles, á mediados del siglo XIII. Tercera.
Para servir a usted muchos años. ¿Y no acertaba usted con los Pazos? Me costaba trabajo el acertar. Aquí los paisanos no le sacan a uno de dudas, ni le dicen categóricamente las distancias. De modo que.... Pues ahora ya no se perderá usted. ¿Quiere montar otra vez? ¡Señor! No faltaba más. Primitivo ordenó el marqués , coge del ramal a esa bestia.
Palabra del Dia
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