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Actualizado: 2 de junio de 2025


Una de ellas dijo Severiana , es Pepa la Lagarta... mujer de historia, ¿sabe?... la que dicen mató a su marido con una aguja de coser serones... muy amigota de Mauricia, a quien debe quinientos reales... Y no se los puede sacar... ¿Pero creen ustedes que no tiene dinero?

Los antiguos mozos de cordel que ganan millones por tener en la laringe la enfermedad del tenorismo, las señoritas de bata blanca y cabellera suelta que se hacen las locas entre fermatas y gorgoritos, a su antiguo oficio o a coser a máquina. De volver a titularse artistas, sufrirían la pena que marca el Código por falsedad de estado civil.

Se parece a : yo creo que por esto me he venido a morar junto a ella. Ya te he dicho que es un estruendo grande de cosas mundanas el que la rodea; ahora añadiré que bajo sus portales, casi en su mismo recinto, hay unas tiendas de máquinas de coser y de paraguas. Además, junto a ella hay un gran salón donde gritan y corren jugando a la pelota.

Pero si el confesor tiene interés en mantenerte en la ignorancia, mi deber de padre me obliga a disipar las tinieblas en que vives. Has de saber que los espermatozoos... ¡Dale! Te digo, papá, que no quiero saber eso. Son unos microrganismos dotados de movimientos rápidos... ¡Vaya, esto es insufrible! Me voy a coser a otro lado.

Cuando llegó a noticia de Momo que Marisalada iba a ponerse bajo la tutela de Rosa Mística, para aprender allí a coser, barrer y guisar, y sobre todo, como él decía, a tener juicio, y que el doctor era quien la había decidido a este paso, dijo que ya caía en cuenta de lo que don Federico le había contado de allá en su tierra, que había ciertos hombres, detrás de los cuales echaban a correr todas las ratas del pueblo, cuando se ponían a tocar un pito.

No, hermana, tome el suyo y verá cómo son iguales. Voy a ver por gusto... Es verdad, son iguales..., ¡qué tonta! La franela está demasiado tiesa. Es que no la han mojado bien. La toca está planchada. ¡Jesús mío, qué puntadas!... ¡Esto no es coser, es hilvanar!... ¿Quién ha hecho esta túnica? La hermana Isabel. ¡Pues se ha lucido!

¡Pero, hija mía, si no me has ofendido en nada ni has cometido falta ninguna!... Y aunque la hubieses cometido no es para hacer esos extremos... ¡Vaya una tontería!... Anda, dame un beso y vete a coser con tu hermana, y no vuelvas a asustarme con tales boberías. María no encontraba en el seno de su familia las contrariedades que hubiera deseado para probarse.

En un principio la hermandad lo compraba todo; mas como las compras salían caras, la asociación estableció un pequeño obrador donde recibía a las jóvenes que, hallándose sin trabajo, querían coser a menor jornal que para tiendas o particulares: el obrador, pequeño, bien dirigido y mejor administrado, trocose pronto en taller grande, de modo que al año quedaron enlazados en sabroso nudo la piedad y el lucro, viniendo a ser aquello una santificación del trabajo.

Llamaba ella á las piernas columnas del orden social, lo cual no era sino gallarda figura retórica, que cubría su mortal aversión á coser pantalones. Ella no cogia los puntos á los calcetines, porque, poco fuerte en toda clase de ortografías, siempre tenía en boca aquella sabia máxima: no se vive sólo de pan, apotegma con que quería disimular su absoluta ignorancia en materia de guisados.

Quiso probar sus fuerzas y darse a misma una prueba de que estaba mejor. El móvil inmediato fué llevar a su nieta Cecilita una muñeca, cuyo vestido desgarrado le acababa de coser la doncella. Los peldaños se le hicieron muy altos. Al llegar a la mitad tuvo que detenerse a tomar aliento. Cuando llegó al piso, dijo en la voz más alta que pudo: Cecilita, hija mía, ¿dónde estás?

Palabra del Dia

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