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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Advertíase asimismo gran diferencia entre la condición social de uno y otro cortejo.

Aún tuvo serenidad para sonreír con una sonrisa forzada, fingiendo creer en una broma del señor. No repuso Febrer con energía . Hablo seriamente. Di, Margalida... «Flor de almendro»... ¿Y si yo fuese uno de tus novios? ¿Y si yo me presentase en el cortejo? ¿Qué contestarías?...

Pero con el nuevo aspecto de las cosas, ignorado por los bandidos; con la casa llena de mujeres, y la muerte, con su cortejo de lágrimas y de ceremonias y accesorios patéticos, enseñoreada de ella, ¡qué perturbaciones y qué escándalos y qué profanaciones y sacrilegios no produciría una batalla en el estragal, a tiro seco, con sus correspondientes blasfemias y alaridos, y cadáveres ensangrentados y palpitantes!

Pero si me propongo examinar la justicia y la utilidad de aquellas conquistas, entónces será preciso cortar el vuelo á la imaginacion, amortiguar los sentimientos de admiracion y entusiasmo; será preciso olvidar al jóven monarca rodeado de sus falanges, y descollando entre sus guerreros como el Júpiter de la fábula entre el cortejo de los dioses; será necesario no pensar mas que en los eternos principios de la razon, y en los intereses de la humanidad.

Otro día, había visto el más extraordinario de los espectáculos de la guerra. Todos los automóviles de alquiler, unos dos mil vehículos, cargando batallones de zuavos, á ocho hombres por carruaje, y saliendo á toda velocidad, erizados de fusiles y gorros rojos. Formaban en los bulevares un cortejo pintoresco: una especie de boda interminable.

El amor, que pasa una sola vez en la vida coronada de flores con su cortejo de besos y risas. Quien le sigue obediente, encuentra la felicidad al fin de la dulce carrera. El que por orgullo o egoísmo se queda al borde del camino, ese llora su torpeza, la expía con una existencia de tedio y dolor.

Detrás, como un cortejo de honor, marchaban todos sus parientes y empleados, con el gesto compungido. Luis era el que se mostraba más grave. El se reía de todo, menos de las cosas de la religión, y esta ceremonia le enternecía por su carácter extraordinario.

Por el eterno descanso del defunto, «Padre nuestro» dijo, con voz áspera y fuerte, aunque afectando emoción y compostura. Á lo cual contestó la viuda con un tercer gemido, y el lúgubre cortejo con un «que estás en los cielos, santificado sea tu nombre», etc., etc.

Iría al cortejo; tenía buenos compañeros que le defendiesen en caso de apuro. Y miraba la escopeta colgada de la pared, luego de pasar sus ojos por la faja, donde ocultaba el revólver. Pep bajó la cabeza con desaliento. Lo mismo había sido él cuando joven. Las mujeres hacen cometer las mayores locuras. Era inútil insistir para convencer al señor, testarudo y soberbio como todos los suyos.

A las once y media llegaron los coches de luto. En el primero de ellos entraron Amaury y el doctor que, rompiendo con la costumbre que no permite a los padres seguir el cadáver de sus hijos, quiso formar parte del cortejo fúnebre. Llegaron a la iglesia, cuyas naves, coros y capillas, estaban enteramente adornados con blancas colgaduras.

Palabra del Dia

hociquea

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