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Actualizado: 4 de junio de 2025
La primera impresión de Isidora al ver entrar a Muñoz y Nones fue muy grata, porque el notario era un hombre admirablemente dotado por la Naturaleza en figura, modales, gracia de expresión y don de gentes. Su edad no pasaba de cincuenta años, y vestía con pulcritud y corrección.
El perdón basta por sí para producir la gracia eficaz en el perdonado contestó la devota; y si es así, que el perdonado se corrige con la gracia tan sólo, luego la corrección del perdonador es ineficaz para el perdonado.
Era un polaticómano ferviente, y en Zaragoza se había distinguido por sus elocuentes arengas en los clubs, que le habían dado mucha celebridad; en sus conversaciones privadas se expresaba también con mucho entusiasmo y corrección pero esta vez de todo hablaba menos de política.
Vinculando exclusivamente a esa alta y aristocrática idea del reposo su concepción de la dignidad de la vida, el espíritu clásico encuentra su corrección y su complemento en nuestra moderna creencia en la dignidad del trabajo útil; y entrambas atenciones del alma pueden componer, en la existencia individual, un ritmo, sobre cuyo mantenimiento necesario nunca será inoportuno insistir.
Pidió limosna á muchos sugetos graves que todos le dixéron que si seguia en aquel oficio, le encerrarian en una casa de correccion, para enseñarle á vivir sin trabajar. Dirigióse luego á un hombre que acababa de hablar una hora seguida en una crecida asamblea sobre la caridad, y el orador, mirándole de reojo, le dixo: ¿A qué vienes aquí? ¿estás por la buena causa?
La primera vez que tropezó con él Alvaro Peña en la Rúa Nueva, a las doce del día, le llenó de denuestos, y lo que es peor, le llenó la cara de dedos. La corrección fué tan vergonzosa, tan humillante, que Sinforoso, que no pecaba de bravo y altanero, concibió contra su verdugo odio feroz y un deseo punzante de venganza.
Y mientras el emisario salía, el doctor Eneene se esperezaba en la poltrona sin ceremonia, abriendo de par en par la boca, en un bostezo de corrección poco ministerial.
Saliendo al fin de su perplejidad, dijo con voz cautelosa: «Y en un caso extremo, quiero decir, si te ves en el disparadero de faltar, guardas el decoro, y habrás hecho el menor mal posible... El decoro, la corrección, la decencia, este es el secreto, compañera». Detúvose asustado, a la manera del ladrón que siente ruido, y se volvió a poner la mano sobre la cabeza, como invocando sus canas.
Fisgoneaba en los pasillos y acudía a la esquina a espiar la llegada de Bernardino, vigilando que Gregoria no entreabriera la ventana de la sala. ¡Qué sustos pasaron ambos, qué sinsabores, y cuántas veces contempló de lejos el pretendiente la cara acongojada de su prometida, víctima de paternal corrección la víspera! ¡Lo que pueden el amor y el hambre, cuando van aparejados!
Esperando la llegada de la gente, me senté en una silla metálica de las que dividen el paseo, y me puse a contemplar con ojos distraídos el juego de los chicos. Detrás de mí estaban sentadas dos niñas de once a doce años de edad, cuyos perfiles lo único que veía de ellas eran de una corrección y pureza encantadoras.
Palabra del Dia
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