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Actualizado: 20 de junio de 2025
El cuerpo no se rodea, Que le ata mas de un cordel, Mas el espiritu del Todos los cielos pasea. La canalla, que se enseña A hacer nueva crueldad, Truxeron gran cantidad De seca y nudosa leña: Y una espaciosa corona Hicieron luego con ella, Dexando encerrada en ella La santa humilde persona. Y aunque no tienen sosiego Hasta verle ya espirar, Para mas le atormentar Encienden lejos el fuego.
Sólo añadió a la comida tocino en la olla, por no sé qué que le dijeron un día de hidalguía allá fuera. Y así, tenía una caja de hierro, toda agujerada como salvadera, abríala y metía un pedazo de tocino en ella que la llenase y tornábala a cerrar y metíala colgando de un cordel en la olla, para que la diese algún zumo por los agujeros y quedase para otro día el tocino.
Lo que faltaba de escalera no dio tiempo a más suposiciones. Estaba en el descansillo del piso tercero, ante una puerta de cuarterones, groseramente pintada de azul. El cordel de la campanilla, de puro mugriento, parecía negro. «¡Cosa más rara!»
Con tal fin fijó una tarifa que daba al servicio de cada mozo el precio de cuatro reales de vellon por un viaje ó diligencia dentro de la ciudad; siéndoles prohibido á todos cobrar mas ni ménos por su trabajo. Esto, sin duda, en obsequio de los mozos de cordel y del público. A los pocos dias de la reforma, los mozos de cordel estaban quejosísimos del Gobierno porque no ganaban nada.
Tú te has hecho justicia con tu crimen: Mi noble patria batirá las manos, Al ver que en tí sacuden sucio limen Los libres que combaten á tiranos. Signe por esa huella ensangrentada Que el verdugo señala con su planta, Y encontrarás al fin de la jornada Un buen cordel que oprima tu garganta.
Las dos harpías cambiaron breves palabras frente a la víctima, que por poco se muere del susto. «A usted le conviene esta copa-brasero dijo doña Silvia , y a mí aquella cómoda». Hicieron subir a los mozos de cordel y se llevaron los citados objetos, después de quitarle a la cómoda la ropa y a la copa el fuego.
2 En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había como edificio de una ciudad al mediodía. 3 Y me llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce, y tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la puerta. Cuenta todo lo que ves a la Casa de Israel.
Los antiguos mozos de cordel que ganan millones por tener en la laringe la enfermedad del tenorismo, las señoritas de bata blanca y cabellera suelta que se hacen las locas entre fermatas y gorgoritos, a su antiguo oficio o a coser a máquina. De volver a titularse artistas, sufrirían la pena que marca el Código por falsedad de estado civil.
Costó trabajo echarla a la calle... Al salir, ¡tras!... doña Guillermina, que me le echa un cordel al pescuezo y se la lleva.
Todo el pueblo se desvela En darle penas dobladas, Qual le da mil bofetadas, Qual sus blancas canas pela. Las manos que á Dios tuvieron Mil veces, hoy son tenidas De dos sogas retorcidas, Con que atras se las asieron. Al yugo de otro cordel, El humilde cuello lleva, Haciendo mil moros prueba, Quanto pueden tirar del.
Palabra del Dia
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