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Actualizado: 13 de mayo de 2025


La prueba mayor que tengo para convencerme de la docilidad y buena disposición de estos indios es que hace tres años que se han mantenido sin religioso que los doctrine y gobierne, y en todo este tiempo ni han abandonado la reducción, ni han dejado de cumplir en lo posible con las obligaciones de cristianos.

Pero ¡ay! mucho me temo acertar en mis tristes vaticinios... Me parece que Magdalena despierta; voy a verla. Hasta mañana, Amaury. »Hoy a las diez me avisó José que los médicos estaban ya reunidos en el despacho del doctor. »Me dirigí a la biblioteca y allí pude convencerme de que me era fácil verlo y oírlo todo desde aquel sitio.

Yo interpreté literalmente las palabras de la sirvienta y me acosté relativamente tranquila. Sin poder convencerme de la verdad llegué a creer que estaba orando por habérselo así pedido la enferma; pero Sofía y Alfonso me arrancaron amorosamente de la estancia, y desvaneciéndose mi estupor, comprendí entonces que todo había concluido.

He venido para convencerme no másCuando se dió orden al escuadrón de perseguirlo, Santos había desaparecido. Al fin, una noche lo cogieron dentro de la ciudad de Córdoba, por una venganza femenil. Había dado de golpes a la querida con quien dormía; ésta, sintiéndolo profundamente dormido, se levanta con precaución, le toma las pistolas y el sable, sale a la calle y lo denuncia a una patrulla.

¡Oh! papá, me siento como si me ahogara. No hubiera podido creer que hubiese gente que viviera de este modo, tan aglomerada. ¡Qué lindas nos van a parecer las Canteras al regresar! Hija mía, a también me parece esto feo ahora, y además hay mal olor. No puedo convencerme de que el olor fuera antes tan desagradable.

Se debe esta conversión a cierto Padre jesuita, de nación española, que llegó a esta ciudad, procedente de Filipinas y se detuvo algún tiempo entre nosotros. Era varón tan ilustrado, tan piadoso y tan elocuente y melifluo, que logró convencerme. Dios le bendiga y se lo pague. Callo su nombre, porque de seguro no te importa y porque no quiero lastimar su extremada modestia.

No pude menos de sonreir al escuchar a mi pobre tía. ¿Mi porvenir? . No, tía; yo no me pasaré la vida escribiendo alegatos. Ese trabajo me mata. No porque sea rudo, sino porque es insuficiente. Prefiero las faenas agrícolas y la vida agitada de los campos que dan salud y buen humor. La enferma permanecía silenciosa. Tía Pepa trató de convencerme de que no debía yo dejarlas.

Catalina Lefèvre no pudo dejar de sonreír; mas, volviendo a adquirir en seguida su aire serio, añadió: Todos sus razonamientos, Juan Claudio, no pueden convencerme; pero, lo confieso, el silencio de Gaspar me horroriza... Conozco muy bien a mi hijo y que seguramente me ha escrito. ¿Por qué sus cartas no han llegado a mi poder?... La guerra marcha mal, Hullin; tenemos todo el mundo contra nosotros; por ahí fuera no quieren nuestra Revolución, usted lo sabe tan bien como yo.

Palabra del Dia

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