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Actualizado: 11 de junio de 2025
Estoy contemplando á la monarquía, señor contestó Quevedo ; contemplando en vuestra majestad á la gran monarquía española en ropilla. Frunció el rey el entrecejo. ¿Y era todo eso lo que teníais que decirme con tanto empeño? Sí, señor. Pues si ya me lo habéis dicho, idos dijo un tanto contrariado el rey. Si vuestra majestad me lo permite, le diré más. Decid.
Contrariado por su descubrimiento, fué aproximándose para saludar á la Torrebianca. Luego invitó á Watson, con ademanes y palabras en voz baja, á que se fuese con él; pero el joven fingía no entenderle.
¡Si me reprendes, no diré una palabra más! dijo Diana recogiendo su libro que se le había caído al suelo. Sin embargo, después de un corto silencio, repuso, temiendo haber contrariado a su prima: Cuando estemos en París ¿quieres que salgamos juntas? Iremos a tomar el lunch al Palacio de los Campos Elíseos, y a probarnos sombreros, y a ver los modelos del incomparable Doucet, ¿quieres?
José I salió con esto muy contrariado del Archivo de Indias, y aunque empleó parte de la tarde en recorrer algunas fábricas particulares para inspirar simpatías á los obreros, notósele desde luego un mal disimulado enojo.
Mandadme dar cena y lecho repuso Quevedo, sentándose otra vez en el sillón que habla dejado, como si se encontrara en su casa. No os he soltado de San Marcos para encerraros otra vez dijo Lerma . Quiero que seamos amigos. ¡Ah, condesa de Lemos! exclamó Quevedo. ¿Por qué nombráis á mi hija, cuando os hablo de otros asuntos? dijo con el acento de quien se siente contrariado, el duque.
El amor es siempre contrariado por la familia observó, dándose importancia. ¿Crees eso? Sí. Hay que tener energía y no dejarte influir... Pero... Si cedes, todo está perdido. No cedo respondí; pero, en fin, Francisca, yo no conozco al señor Baltet... Que no le conoces... ¿Y la famosa carta?... Es verdad; existe la carta. Una carta como esa, basta para inflamar un corazón...
Egoísmo puro y rebeldías insanas del amor propio contrariado; y como siempre que un hombre, por corrido que sea, se halla en estas situaciones de ánimo, lo primero que pierde es el sentido común, barruntando yo que iba a cometer allí alguna majadería gorda si me dejaba dominar un poquito más del prurito que empezaba a consumirse, di un recorte a la conversación que seguía maquinalmente, y por terminada la visita, con la promesa formal, ¡vaya si lo era! de repetirla a menudo.
Mujer... ¿qué entiendes tú de eso? No me mortifiques dijo mi amo muy contrariado. ¿Pues no he de entender? Más que tú. Sí, señor, lo repito. Gravina será muy caballero y muy valiente; pero lo que es ahora... buena la ha hecho. Ha hecho lo que debía. ¿Te parece bien que hubiéramos pasado por cobardes? Por cobardes no, pero sí por prudentes. Eso es. Lo digo y lo repito.
Y Agapo decía que no, que él no sabía nada, no quería saber nada; contrariado, ya no sonreía, arrojando miradas feroces a su alrededor, como si aquel lujo insolente, al despertarse el recuerdo del pasado, insultara su miseria e irritara sus nervios. Se oyeron pasos y voces en la escalera. No huyas, que será alguno de esos fastidiosos que asedian a papá todos los días.
Este imperio absoluto sobre la familia, había frecuentemente contrariado mis intenciones, ocasionándome bastantes disgustos; recuerdo los que sufrí cuando el casamiento de mis hijas y al determinar la carrera que habíamos de dar a Alfonso. ¿Quién sabe, si al contrariar mi voluntad tenía razón?
Palabra del Dia
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