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Porque cuanto más hunde los ojos en aquel horizonte incierto, vaporoso, indefinido, más se aleja, más lo fascina, lo confunde y lo sume en la contemplación y la duda. ¿Dónde termina aquel mundo que quiere en vano penetrar? ¡No lo sabe! ¿Qué hay más allá de lo que ve? La soledad, el peligro, el salvaje, la muerte. He aquí ya la poesía.

Al borde de aquel precipicio, he pasado muchas horas de contemplación. Allí, por un poder misterioso y consolador, me creía más cerca de Dios, y de los seres que sintetizan y compendian mi fe, mis esperanzas y mis amores.

Consumido éste y al parecer satisfecha mi contemplación estética, me quedé profundamente dormido, sin cuidarme para nada del tren que debía de llevarme a Estrelsau ni de la rapidez con que iban deslizándose las horas de aquella tarde. Pensar en trenes en aquel lugar hubiera sido un sacrilegio.

La montonera, tal como apareció en los primeros días de la República bajo las órdenes de Artigas, presentó ya ese carácter de ferocidad brutal, y ese espíritu terrorista que al inmortal bandido, al estanciero de Buenos Aires estaba reservado convertir en un sistema de legislación aplicado a la sociedad culta, y presentarlo, en nombre de la América avergonzada, a la contemplación de la Europa.

Ya estaban lejos los días del misticismo supuesto, de la contemplación.... Entonces estaba enferma, la lectura de Santa Teresa, la debilidad, la tristeza, le habían encendido el alma con visiones de pura idealidad.... Pero con la salud había vencido la piedad activa, irreflexiva; el Magistral había eclipsado a la santa, se había hablado más de aquella dulce hermandad en la virtud que de Dios mismo.... Ahora comprendía muchas cosas.

La ferocidad de la muchedumbre, habituada a fiestas de muerte, necesitaba una válvula de escape para dar expansión a su alma, educada durante siglos en la contemplación de suplicios. El auto de fe era sustituido por la corrida de toros. El que un siglo antes hubiese sido soldado en Flandes o colonizador militar de las soledades del Nuevo Mundo, convertíase en torero.

Era ésta una amplia sala, decorada con cinco antiguos retratos de familia, los mejores de la colección, verdaderas piezas de museo, obras de grandes maestros. Terminada la lectura, dejó caer al suelo la última revista y absorviose en la contemplación del cuadro, firmado por el Tiziano, que tenía frente a su poltrona.

Cuando hubo desaparecido, Ricardo fue a unirse a su futura hermana, que no pareció advertir su presencia, enteramente abismada en la contemplación del océano. No obstante, al cabo de un rato volviose de improviso y le dijo: ¿Te atreves a ir conmigo a la peña que se ve allá abajo, a la derecha?

Era una celda de ermitaño, como tantos otros sitios antiguos de retiro y contemplación que hay en la vieja Italia, y acto continuo, al pasar por delante de las rocas y descender cautelosamente por la senda, abriose la puerta, y salió de la ermita un monje, en el que reconocí, con gran sorpresa mía, al corpulento y barbudo capuchino, fray Antonio.

Gillespie seguía inmóvil, sin hacer ningún gesto de dolor, considerando inútil la exteriorización de su pena, pues contaba con un «otro yo» ocupado en derramar sus propias lágrimas. A la caída de la tarde, un fuerte deseo de actividad hizo salir á Edwin de esta inercia. Un gentleman debe al cadáver de la mujer amada algo más que una dolorosa contemplación.