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Nada de nuevo tenía para ella el ideal de justicia y de paz en nombre del cual ese hombre se alzaba en armas: ella debía también defender aquellos sagrados dones de la tierra, librar la belleza de las ideas del contagio cruento, convertir a los fanáticos, consolar a los desesperados.

Esto es lo substancial de la relación sobredicha, que trae más dilatadamente el Sargento mayor Don Vicente Mut, libro 7 capítulo 15, en que parece se le puede dar la enhorabuena, a Mallorca, de ser, como algunos quieren, la primera de toda España, que vió la conversión general y en comunidad de sus Judíos, y de quedar limpia de tan pestilente contagio.

Cuando había epidemia en los puertos de África, las autoridades de la isla, impotentes para guardar un litoral extenso, llamaban a Toni, apelando a su patriotismo de mallorquín, y el contrabandista prometía cesar momentáneamente en sus navegaciones o cargaba en otro punto para evitar el contagio.

Ten presente que no lo mereces, porque ellas son personas muy principales y virtuosas, libres del contagio del día. Haz cuenta que entras en un santuario. No había remedio. La fatal determinación, que, sin conocerla, había asustado tanto á la huérfana, estaba irremisiblemente tomada.

A pesar de su ternura y su respeto, Liette conocía demasiado a aquella niña vieja y frívola para pedirle el sostén y el apoyo moral necesario en las horas de desfallecimiento. Su madre atizaría el fuego con mano inconsciente en vez de apagarlo, y Liette, sin fuerza ya para luchar contra ella misma, veía que no podría resistir al contagio del espejismo. ¿No valía más esperar?

Sería así la calidad del hechizo con que me había fascinado aquel hombre; sería un milagro de la fe con que le oía, o un contagio de la peste que respiraba..., yo no lo que sería; pero así sucedió, y así lo confieso, aunque se tenga el caso por absurdo... ¡Absurdo! ¡Como si hubiera algo con lógica en los enredos de la farsa de nuestra vida!

Ya se ve que muchos errores nacen de este contagio de la imaginacion, y son de mayor, ó menor entidad, segun su objeto. ¡Quántos infelizmente han bebido la heregía y la han sostenido hasta la muerte, por habérseles comunicado de los padres, ó de los Maestros! No hay mas que leer las historias de nuestros tiempos para tener de esto muchos lastimosos exemplares.

Gallardo, siempre pálido y risueño, saludaba, repitiendo «muchas grasias», conmovido por el contagio del entusiasmo popular y orgulloso de su valer, que unía su nombre al de la patria. Una manga de «golfos» y greñudas chicuelas siguió al coche a todo correr de sus piernas, como si al final de la loca carrera les esperase algo extraordinario.

Si Barinaga tomó de don Pompeyo su apostasía, Guimarán se contagió con el odio de don Santos al Provisor y a doña Paula. «¡Era escandaloso, ciertamente, aquel tráfico indigno!». Los dos viejos fueron trompas de la fama contra la honra del Provisor.

Esta fué el interés, único contagio de las cosas hechas, ó que se han de hacer por Dios.